ALEJANDRO CORREA: EL GRAN AZUL SOBRE EL LIENZO




Podéis ver la obra de Alejandro en su Instagram www.instagram.com/correaizquierdoalejandro

Estamos en un espacio mágico en Santa Cruz de Tenerife, el lugar donde Alejandro Correa, último Premio Excellens de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, crea y se inspira. Se llega por una especie de camino bordeando un barranco dejando a la derecha la facultad de Bellas Artes. Es un lugar que conozco bien porque da a la parte trasera de la casa donde me crié. Como no puede ser de otra forma en Canarias, está rodeado de una frondosa vegetación donde puedes encontrar flamboyanes, higueras, cactus y esterlicias, todo creciendo de forma salvaje. Cuando entras al estudio te encuentras con un edificio medio derruido con distintas habitaciones donde puedes encontrar los elementos que definen el entorno de Alejandro: lienzos, botes de pintura y una habitación insonorizada con un bajo y una batería que es donde realizamos la entrevista, con una melodía japonesa de fondo que invita al recogimiento. Estamos hablando de la necesidad de aislarse para crear.




ALEJANDRO CORREA: Hablando un poco desde la experiencia de la facultad, que siempre en las clases estás rodeado de gente, yo para crear mi obra siempre he necesitado la soledad para llegar a un nivel de introspección que considero más o menos profundo, lo cual hace que eso quede reflejado en la obra. Obviamente, siempre puedes crear rodeado, pero lo que me ha acabado saliendo es algo un poco superficial, algo sin ese silencio de la imagen.

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿Crees que tu obra refleja ese aislamiento?

ALEJANDRO CORREA: Sí, un poco sí.

LORENZO HERNÁNDEZ: Descríbeme tu obra. De dónde vienen tus fuentes de inspiración.

ALEJANDRO CORREA: Para mí, mi obra es una especie de terapia. Realmente pinto por terapia, por necesidad de expresar cosas que no puedo expresar o que no sé expresar de otra manera. Eso es lo principal. Por lo tanto, como es una manera de expresión, intento, quizás por mi manera de ser, que sea sincera. Digo esto porque no me gusta teorizar demasiado, no suelo pensar el porqué de algunos actos. Cuando me preguntan “de dónde viene tu pintura”, intento que venga de lo más profundo de lo que se pueda. 

LORENZO HERNÁNDEZ: Yo en tu pintura veo tus raíces canarias. En esta obra que tengo delante veo un drago, de una forma un poco abstracta, ¿me equivoco?

ALEJANDRO CORREA: Pues eres la primera persona que ve el sitio de Canarias en mis cuadros. Quizás por los colores, ¿no? Y quizás porque acabas de ver esos dos cuadros y asocias el drago.

LORENZO HERNÁNDEZ: Yo he seguido tu obra y veo eso, tus raíces.

ALEJANDRO CORREA: La verdad es que es curioso, insisto, porque hasta los profesores han pensado que soy como del norte, quizás por los colores. Supongo que en parte no se puede ocultar. Por ejemplo, hay una serie, de las últimas, Horizontes, la cual a veces nos muestra una especie de territorio que no se suele ver aquí en una isla como esta, grandes llanuras y tal. Pero quizás los puedes ver, siendo un isleño, cuando miras al horizonte que está rodeado de mar. Al final digamos que toda tus posibilidades en la existencia quedan reflejadas en una especie de camino intransitable que es el horizonte, que al final es algo muy resumido, una línea recta prácticamente: agua - aire, tierra - aire.




LORENZO HERNÁNDEZ: Pero a la vez se mezcla, no marcas un horizonte claro. Hay como un degradado. ¿Qué sugiere eso?

ALEJANDRO CORREA: Viene un poco de lo que buscas cuando pintas. Lo que pasa es que me estás hablando de un aspecto formal, de la técnica un poco de difuminado, que se funde una cosa con la otra. No genera un corte, todo está fundido, todo forma parte de lo mismo y se hace un poco más “espiritual”, digamos. Por eso podríamos hablar de existencialismo, que es quizás donde me sitúo al representar una llanura, sin nada muchas veces,  o en la que simplemente se insinúa algo al fondo.

LORENZO HERNÁNDEZ: Yo como canario “exiliado”, veo la isla mítica de San Borondón, la fábula, imaginarte tu isla cuando estás fuera. Pero tú vives aquí, digamos que tú lo ves de una forma diferente. Somos dos canarios, digamos, opuestos.

ALEJANDRO CORREA:  Igual estamos hablando de una cuestión en la que no he profundizado demasiado. Tú notas Canarias, mis cuadros se ven canarios; pero quizás porque mi obra viene de un encierro voluntario, en mi estudio, se trabaja con la imaginación, no trabajo con fotos, no trabajo con una imagen real, entonces se mezclan muchos conceptos. No puedo huir del hecho de que estoy aquí y tengo la línea del mar, que está aquí aunque no sea, está en muchos sitios. Pero claro, es un poco un filtro imaginario.

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿El color representa para ti un estado de ánimo?

ALEJANDRO CORREA:  Es una cuestión de vibración. Pero en general no entra dentro de mi lenguaje expresarme con colores demasiado ruidosos. Soy un poco más sucio, frío y tiendo un pelín, aunque no me sale, supongo, a lo sublime.

LORENZO HERNÁNDEZ: Pero lo buscas.

ALEJANDRO CORREA: Entre comillas, sin darme cuenta, lo busco. Cuando estoy pintando no pienso en eso, no tengo ese concepto en la cabeza. Pero cuando termino y decido si me gusta o no me gusta, o hasta dónde llega de alguna característica, a veces debo reconocer que es ese juego de lo sublime.

LORENZO HERNÁNDEZ: Te voy a hacer una pregunta un poco fuera de lo que estamos hablando, que es común para todos nuestros entrevistados en Cine Contexto: ¿Hay alguna película con la que te sientes identificado o que ha inspirado tu obra?

ALEJANDRO CORREA: Te podría hablar de un director y de una película en concreto. En primer lugar, el trabajo de Tim Burton incluye el aspecto del estilo, o incluso de la técnica. Hablo del trabajo de Burton porque cuando empecé la carrera fue como encontrar a alguien con un gusto por las cosas oscuras, cosas que te llevan mucho a la imaginación, y luego el trazo libre y expresivo. Quizás me influyó en principio más Tim Burton que Van Gogh, que también tiene un trazo libre. Y luego una película que recuerdo que siempre me marcó mucho, por sentir que perteneces a otro sitio, fue El gran azul. Me llamaba mucho la atención el hecho que los personajes, Jacques Mayol y Enzo Molinari, se sentían bien cuando estaban bajo el agua. Es una especie de utopía llevada al extremo. Digamos que en mi obra el agua se ve representada. Tengo una buena relación con el agua, o la he tenido hasta ahora. La técnica que utilizo tiene agua, porque es acrílico, utilizo muchas capas aguadas.

Supongo que es un poco un pensamiento un poco de fuera, no he apuntado mucho, no te he dicho “pues El Pianista”, que me gustó mucho, o alguna película oriental con una foto magnífica y con mucho silencio y mucho ritmo a la vez, que podría ser muy próximo.




LORENZO HERNÁNDEZ: Aquí me gustaría pararte un momento: acabas de decir “oriental”. Estamos escuchando una música oriental, tu imagen es un poco oriental también, hablas del aislamiento, del zen. ¿Has leído, has estudiado la cultura oriental o te llega por otros canales?

ALEJANDRO CORREA: No va  a quedar muy bien, pero he de decir que no soy nada teórico. No considero que los que lo sean se equivoquen ni nada de eso, pero no lo soy. Nunca fui un buen estudiante y en la facultad, cuando pude enlazar conceptos intelectuales con los conceptos creativos del arte, siempre me chirrió. Es como si te dijesen que cuando tienes sexo tienes que tener una conversación con esa persona. Igual tú puedes, pero yo no. No puedo usar el raciocinio y después soltar. No me siento para nada orgulloso de eso pero muchas veces me preguntan de referentes, y tengo referentes en lo más profundo del subconsciente, pero huyo un poco de los referentes. Obviamente, somos un poco lo que vemos, pero nunca pienso en ello y nunca suelo pensar en un concepto ni en una idea a desarrollar, por eso digo que es como una terapia.

LORENZO HERNÁNDEZ: Acabas de nombrar el sexo. ¿Ves sensualidad en tu obra?

ALEJANDRO CORREA: Pues mira, yo sí veo un poco, pero en comparación con la obra de otras personas, la verdad es que no. Veo más otras cosas que sensualidad. Veo sensualidad en algunas formas circulares, en algunos trazos; no soy muy tosco, por lo tanto ya puede empezar a verse como algo sutilmente sensual, pero no la veo muy sexual y carnal. Y si es sensual es por la sensualidad que puede tener un árbol, por ejemplo, o el agua al caer.




LORENZO HERNÁNDEZ: Yo que he seguido tu obra durante los últimos diez años he visto una evolución y un cambio muy grande, un estado de madurez. ¿Crees que has encontrado tu propio estilo?

ALEJANDRO CORREA: Creo que sí he desarrollado mi estilo medianamente particular. Lo que tú viste fueron los primeros cuadros, que son siempre pruebas, ¿no? Son pruebas de muchas cosas, aún no tienes tú lenguaje, has vivido muchas menos cosas. En relación a la cantidad de años que has vivido, diez años para una persona con veinte es un montón, así que es normal que sea un cambio grande. Sí veo que tengo un estilo particular y espero que evolucione. Obviamente, no sé hasta qué punto, no sé hasta donde la vida te deja llegar, pero espero que evolucione, claro. 

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿Has hecho ya eso que buscas o todavía estás en proceso?

ALEJANDRO CORREA: Supongo que te diría que sí, pero no lo sé, es todo como “el último día de mi vida te lo diré”. Pero no te voy a decir que no, porque ya me he hecho con un lenguaje y el concepto se ha creado y está ahí. Hoy no me vale nada, aunque siga pintando, soy mucho de repetir, puedo hacer veinte cuadros de lo mismo, de un árbol, de una línea.

LORENZO HERNÁNDEZ: Desde mi punto de vista, no lo veo repetido. Lo que quieres decir está en la misma línea.

ALEJANDRO CORREA: Sí, es una manera, no sé, de existir también, cómo es cada uno de obseso, o lo que sea. No trabajo con bocetos ni con fotos, por lo tanto no tengo una imagen como meta, pero repito el mismo cuadro casi veinte veces. Por eso lo que hago es jugar con la memoria que tengo de las cosas que veo y luego el imaginario, sobre todo, y luego el trabajo con la pintura en sí, con la materia de la pintura, con el agua. Te enseño una cosa, simplemente para que veas la materia o más bien la relación que tengo con la pintura.




(Alejandro coloca un lienzo cubierto de minúsculos puntos azules que podrían interpretarse como un cielo o como un mar inmenso. No le pregunto de qué se trata porque me gusta lo enigmático de su obra)

ALEJANDRO CORREA: La reacción de la materia, por eso te hablaba del agua, forma parte ¿sabes? Es un juego, la pintura me da también la reacción. Supongo que soy un poco bastante efectista. Recuerdo una vez que en la facultad un profesor hizo un comentario negativo sobre eso y me dio que pensar porque no pude negar que sí, que lo soy. Pero después pensaba que yo considero que lo que hago no está mal.

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿Te hizo dudar?

ALEJANDRO CORREA: Era y es un profesor inteligente y yo tenía veinte años, es normal que me hiciera pensar. Pero también reconozco que claro, si haces los cien metros y eres de los tres más rápidos de clase porque corres levantando los brazos por encima de la cabeza, y te dicen que eso está mal, acabas planteándote: “Sí, eso está mal, pero algo hago bien”. Bueno, me dio que pensar y creo que fue positivo porque me hizo no caer en, no sé cómo explicarlo, en el primer efecto que te da la pintura y ya está, sin sacarle un poquito más. Sí, soy efectista pero digamos que a lo mejor he pulido esa técnica efectista y me ha servido que incluso hasta las personas que a veces piensan que ser un poco efectista pues tiene menos valor (creo que a veces se equivocan), esas mismas personas se paran a mirar mi obra. 

LORENZO HERNÁNDEZ: A tu obra le falta ser conocida fuera, exportada, dar ese salto fuera de la isla, hacia la internacionalidad. Cuando yo veo que un artista está por encima  del talento de otros creo que en cierto modo está obligado a salir, el resto del mundo no puede ignorar que eso está ahí.

ALEJANDRO CORREA: No podría explicarte muy bien por qué no he salido. Me imagino que estoy muy cómodo en mi situación, o lo he estado hasta hace poco. ¿Quiero que mi obra se vea y sea conocida? Claro. ¿Me interesa mucho, mucho? No. A mí me interesa poder vivir, poder sobrevivir de esto, la verdad, egoístamente. ¿Estamos hablando de si quiero dinero? Claro, yo quiero dinero para vivir, para poder seguir pintando. Si para eso necesito que mi obra salga de aquí, pues muy bien. Quizás es una posición un poco cerrada, porque como ves, no tengo tampoco demasiada intención de que mi obra la vea mucha, mucha gente.

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿Por qué?

ALEJANDRO CORREA: Por nada. Quizás es por la saturación. Si yo vendo los cuadros, en parte es porque necesito el dinero para seguir pintando. Si yo pudiera, sólo regalaría un cuadro a quien yo quisiera, o lo dono o lo pongo en un museo para que lo viera mucha gente. Pero si hablamos de salir para que te conozcan, para hacer un nombre, para que tus cuadros valgan algo, con todo lo que implica salir aparte de que te conozcan, pues a mí más que me conozcan quizás me interesa simplemente vivir de la pintura. Suena un poco raro, pero ahora honestamente  es lo que pienso. Quizás porque considero que siempre he visto que mi obra es tan personal y quizás lo que he visto a mi alrededor siempre es un concepto a desarrollar que vas moviendo por diferentes sitios y mi obra no es así.

LORENZO HERNÁNDEZ: ¿Tienes temor a que si tu obra fuera reconocida internacionalmente cambiaría tu forma de enfrentarte a ella?

ALEJANDRO CORREA:  Temor no. Tengo millones de cuadros aquí dentro por pintar.

LORENZO HERNÁNDEZ: Conocí a un artista en Nueva York en los años ochenta que me dijo que nosotros los artistas estamos obligados a enseñar nuestra obra a cuanta más gente mejor porque con ello hacemos la vida de la gente más agradable. Esa es nuestra condena y es lo que nos hace evolucionar.

ALEJANDRO CORREA: Creo que eso que me acabas de decir en teoría está bien, es correcto. Ojalá que mi obra sirva para que la gente pase un buen rato, y si puede aportarle algo a su cultura, o a sus pensamientos, pues mejor. Pero ahora, insisto, no tengo, por lo que sea, mis energías enfocadas a salir fuera y que me conozca mucha gente. Tengo hambre. Como decía Paco de Lucía, llenar el estómago es fácil, sólo tienes que comprar comida y comer, pero si yo pudiese vivir de esto, me propusiesen buenas exposiciones, con un buen presupuesto en el sentido de no estar limitado por el dinero que tenga en el bolsillo, y poder hacer un montón de cuadros con mucha pintura, sería más complicado realmente. No me da miedo, pero sí es cierto que sería más complicado.

Pero bueno, hay una cosa de la que me he dado cuenta. Si me preguntases por el artista que más me ha influenciado en general, yo te diría que, aunque suena un poco adolescente, es Kurt Cobain. ¿Por qué? Mis cuadros en un 99,9% se han creado con música, sonando música. Hablo de Kurt Cobain porque es un personaje romántico, muy sufridor y tal y cual, pero fue un artista que duró lo que duró y el tiempo que estuvo fue muy sincero, funcionó. Esa sinceridad acompañada, aunque suene un poco mal o decadente, de la autodestrucción, creo que es muy generativa, genera cosas potentes, aunque le guste en vez de a diez mil personas, a dos ¿sabes? También es el factor tiempo. Ahora puede que un artista no le gusta a nadie, dentro de treinta años puede que sea increíble. Y te cuento esto en relación al cambio ese en el que te ves en una situación con materiales, una situación un poco mejor, crees que vas a hacer los cuadros un poco peor… pues bueno, espero que no. Lo haré peor, seguramente, y me sentiré mal, y después los romperé todos y los taparé, y después intentaré hacer otra cosa. A mí me salen las mejores cosas siendo un poco autodestructivo y no práctico en algunos casos. La practicidad en la facultad es normal que se fomente, pero a veces el arte no es práctico.




LORENZO HERNÁNDEZ: Es hora de acabar la entrevista. He aprendido mucho, no sólo de tu obra sino de ti como persona. Te dejo libertad para que la concluyas como quieras.

ALEJANDRO CORREA: Pues no sé. Volviendo a lo que ya te comenté, a veces la gente, en las exposiciones, me preguntan y me obligan a razonar algo que no entiendo ni yo, y que no quiero entender. Lo que quiero decir con esto es que siempre he ido un poco frustrado con el hecho de no ser más intelectual y poder contar una historia escrita y aportar algo a mis cuadros. Siempre ha sido al revés, cuando he escrito algo ha sido como que le resta. Pero aún así la gente quiere, parece que necesita, y un poco termino esta entrevista diciendo que a veces la simpleza no tiene por qué ser peor, simplemente te deja espacio para otras cosas que a veces no se desarrollan tanto, por ejemplo la inventiva de cada uno. No quiero condicionarte, prefiero que veas los cuadros y pienses lo que tú quieras. No me importa si he pintado un árbol y tú ves un perro. A veces para contemplar un cuadro hay que sentirse totalmente libre. Hay veces que me dicen “Ya, pero es que yo no sé de arte”. No hay que ser biólogo para apreciar un árbol. Es un regalo para ti. Que no te condicione el hecho de que no sepas pintura.

LORENZO HERNÁNDEZ: Cuando tu cuadro lo ve la gente, ya no te pertenece. Ya no es lo que tú viste sino lo que ven los demás.

ALEJANDRO CORREA:  Sí, por eso pintas otro cuadro después. Cuando terminas uno, viene otro. Creo que alguien me lo dijo de Pedro González. Él pintaba mucho. Es una manera de trabajar, que no todo el mundo tiene que trabajar así. Yo también trabajo así. Entonces bueno, pues terminas y una vez que has terminado el cuadro digamos que te da igual porque ya no es tuyo, exacto. Tú tienes un hijo y cuando ya el hijo crece y decide sus cosas, tú te aguantas. Intentarás que esté bien, sufrirás por él, le ayudarás, pero no puede ir de la mano ni tapándole el sol para que no le dé. Pues es un poco lo mismo, es como que te desprendes para pintar otro. Por eso digo que el día que te mueres es el que debían hacerte todas las entrevista para decir “sí, no, blanco, negro”. Aunque espero no morirme hoy.


Me quedo contemplando por un instante la obra de Alejandro y no puedo evitar relacionar ese horizonte con aquel Llano Ucanca de la película Intacto, descontextualizado y filtrado por la imaginación de otro tinerfeño, Juan Carlos Fresnadillo.

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