24º FESTIVAL DE CINE FRANCÉS DE MÁLAGA



Imagen de una de las proyecciones del 24º Festival de Cine Francés, en el Cine Albéniz de Málaga (Fotografía: Lorenzo Hernandez)

Organizado por la Alianza Francesa en Málaga, ha tenido lugar entre los pasados 24 de octubre y 2 de noviembre la vigésimo cuarta edición del Festival de Cine Francés, lo cual, a un año de celebrar sus bodas de plata, convierte al certamen en una cita ineludible para todos aquellos interesados en conocer las novedades que vienen de la siempre boyante y variada cinematografía gala y de revisitar algunos de sus títulos clásicos. El Festival ha estado compuesto de cinco secciones:

Sección Preestrenos.- La comedia ha tenido un papel protagonista en esta sección con diversos matices y variantes. Desde la vertiente más desenfadada de Coexister (2017) de Fabrice Eboué – en la que un productor musical, presionado por su jefe, constituye un grupo musical formado por un rabino, un sacerdote y un imam –, pasando por la demostración de que el formato conserva su capacidad para acercarse a temas delicados, como es el caso de Ma Reum (2018), dirigida por Frédéric Quiring y protagonizado por Audrey Lamy – en la que interpreta a una madre que se enfrenta a los alumnos que hacen bullying contra su hijo – y Tout le monde debout (2018), dirigida y protagonizada por Franck Dubosc – donde se termina abordando cuestiones tan diversas como el machismo, la discapacidad o las supersticiones religiosas –, hasta llegar a la combinación del humor con ciertos elementos dramáticos en Voyez comme on danse (2018) de Michel Blanc – película interpretada por Karin Viard, Carole Bouquet, Charlotte Rampling, Jean-Paul Rouve y Jacques Dutronc y que es la continuación de Besen a quien quieran, realizada por el mismo director hace 16 años – y Lola et ses frères (2018) de Jean-Paul Rouve – protagonizada por el propio Rouve, por Ludivine Sagnier y por José García y que narra los problemas personales de tres hermanos y a sus consecuencias en las relaciones entre ellos ­–. Pero, aparte de la comedia, en la sección Preestrenos, también ha habido cabida para el thriller en Joueurs (2018) de Marie Monge y para el drama de corte histórico en Le collier rouge (2018) de Jean Becker. De estos dos últimos títulos y de Tout le monde debout hablaremos posteriormente, cuando hayamos terminado con la visión panorámica del Festival.



Sección Oficial Francófona.- En esta sección, el Festival amplía su mirada más allá del hexágono y proyecta títulos no solo franceses sino también de países donde se habla francés, de modo que en 2018 se han programado películas de Francia, Canadá, Bélgica y Túnez. Empezó la sección con la proyección de Charlotte a du fun (2018) dirigida por Sophia Lorain, cinta canadiense que, a partir de la historia de tres chicas que entran a trabajar en una gran tienda de juguetes, explora temas de gran actualidad como el nuevo papel de la mujer, los cambios que se han producido en las relaciones sentimentales y la frustración de las expectativas creadas por las nuevas situaciones emergentes. Continuó la sección con otra película canadiense Chien de garde (2018), de Sophie Dupuis, la cual representará a su país en los Oscars, y que relata los problemas personales y familiares de un joven que pertenece a una organización de narcotraficantes. Luna (2018) de Elsa Diringer es una película francesa que cuenta la historia de una chica, interpretada por la debutante Laëtitia Clement, que se reeencuentra con un joven al que su grupo de amigos había atacado algunas semanas antes. Al día siguiente, pudimos ver Makala (2017) de Emmanuel Gras, una coproducción de Francia y República Democrática del Congo cuya acción se desarrolla en este último país y que narra las tribulaciones de un joven agricultor que se gana la vida fabricando y vendiendo carbón. La coproducción entre Bélgica y Túnez Vent du nord (2018) de Walid Mattar, sobre la deslocalización de una fábrica francesa que se traslada al norte de África, y la cinta gala Primaire (2016) Hélène Angel, protagonizada por Sara Forestier, que trata sobre una maestra que decide implicarse con uno de sus alumnos, que se halla en dificultades, cerraron esta interesante sección.




Sección Focus Documental.- Cualquier festival que se precie debe dedicar un hueco al documental, debido al gran nivel que el género ha llegado a alcanzar y que el mismo no deja de darnos agradables sorpresas en los últimos años. Pudimos ver tres películas que constituyen muestras de diversas tendencias dominantes, entre otras muchas, que este formato narrativo ha ido adoptando. Así, À voix haute (2017) de Stéphane de Freitas y Ladj Ly retrata a los participantes de una competición de retórica organizada para dar proyección a jóvenes que viven en zonas poco favorecidas, deprimidas o marginales. Conforme el documental se desarrolla, vamos conociendo el conjunto de inquietudes que mueve a cada uno de ellos, el proceso de formación que reciben y las motivaciones que guían a la competición. Derniers jours à Shibati (2017) de Hendrick Dussollier se centra en los últimos días de existencia de un barrio tradicional de la ciudad china de Chongqing cuyos habitantes van a ser trasladados a las torres de apartamentos de una zona de los suburbios. Finalmente, Qu’est-ce qu’on attend? (2016) de Marie-Monique Robin se inscribe en la línea abierta por Mañana (2015) de Mélanie Laurent y Cyril Dion, al mostrar cómo el pueblo de Ungersheim, en Alsacia, se une a una iniciativa para reducir su dependencia del petróleo. Posteriormente, hablaremos de forma individual de À voix haute.




Sección Cortos.- Ante la creciente competencia en el mundo audiovisual y la oferta cada vez mayor de títulos a disposición del público, los jóvenes realizadores cada día se esmeran más en que sus debuts en el mundo del cortometraje alcancen niveles progresivamente más altos de calidad, de modo que las secciones de los festivales dedicadas a este formato se consolidan en cuanto a interés y atención crítica. En el Festival de Cine Francés de Málaga, hemos podido ver L’âge des sirènes (2016) de Heloïse Pelloque, K-nada (2014) de Hubert Charuel, Jeunesse des loup-garous (2015) de Yann Delattre y Chasse royale (2016) de Lise Akoka y Romane Gueret. Esperamos, dentro de pocos años, ver a algunos de estos realizadores triunfar en el mundo del largometraje y que podamos recordar lo visto durante estos días como un precedente de sus futuros éxitos.




Retrospectiva Jean Pierre Melville.-  Esta retrospectiva ha sido una de las grandes perlas del certamen, la cual, aparte de proyectar un documental sobre su figura, nos ha permitido revisar dos de los títulos emblemáticos de Melville, el director que parece realista pero que es, en última instancia, un indagador de soledades, angustias y desolaciones. Sus universos no son naturalistas sino reflejos de almas rotas y atormentadas. Aunque su estilo está emparentado, por su sobriedad y concisión, con el de Robert Bresson, acaba siendo, en realidad, su opuesto simétrico, ya que, mientras Bresson mira a la trascendencia espiritual, Melville se asoma al infierno que amenaza en el interior de cada uno de nosotros.




El Festival de Cine Francés dedicó sus sesiones en el auditorio del Centre Pompidou Málaga al director Jean Pierre Melville con la proyección de dos de sus clásicos, Le cercle rouge y L’armée des ombres y con el documental In the mood for Melville de Benjamin Clavel.

In the mood for Melville

Clavel traza en una hora el círculo perfecto que une Asia con la obra de este director de culto. Comienza con imágenes de los años sesenta en las que Melville confiesa que su fuente de inspiración es el cine de Kurosawa, lo cual se refleja no solo en la estética  de su obra sino en la concepción de sus personajes, que recorren la vida como solitarios samuráis. A partir de aquí, los polos se invierten y en los años ochenta es la obra de Melville la que inspira al cine negro de John Woo en Hong Kong o Hitoshi Yazaki en Japón, que a su vez inspirará a  la siguiente generación de cineastas coreanos como Oh Seung-uk, Kim Jee-woon o Gina Kim, los cuales volverán a la fuente original francesa, que consumirán con avidez en las cinematecas.



Fotografía de Lorenzo Hernandez


Este documental nos descubre cómo Alain Delon se convierte en modelo de héroe contenido para el género negro oriental, que tiende a dar protagonismo a la violencia con un toque grotesco. Es así como El samurái (El silencio de un hombre) de Melville se traduce en el héroe de A bittersweet life de Kim Jee-woon.

In the mood for Melville es una interesante carta de presentación de este gran director para las nuevas generaciones de aficionados al buen cine negro.


El círculo rojo (Le cercle rouge)

El círculo rojo es una película noir que nos habla del honor, de los códigos morales, de la fatalidad y de la imposibilidad de la rebelión. Personajes asomados al abismo que encuentran una última posibilidad de salvación, la existencia de reglas que hay que cumplir y a las que hay que rendir tributo por parte de los caballeros andantes del hampa, las deudas que siempre son cobradas y el dolor del desengaño asumen su protagonismo en este perfecto mecanismo de relojería que encuentra su culminación en la larguísima y silenciosa secuencia del robo que nos mantiene, en todo momento, con los ojos pegados a la pantalla. Nunca Alain Delon, Gian Maria Volontè e Yves Montand brillaron a tan alto nivel como en este clásico de Melville.




 Fotografía de Lorenzo Hernandez


El ejército de las sombras (L’armée des ombres)

Este film sobre la Resistencia no ofrece un relato épico lleno de acción y suspense. Todo lo contrario. Es una fotografía del clima moral de angustia, soledad y asfixia que vivieron quienes tuvieron que luchar en la clandestinidad contra la opresión nazi. Calles solitarias y rostros crispados en una fotografía apagada llena de grises y tonos oscuros que hay que contemplar olvidándose de cualquier tópico y con una mirada volcada hacia el interior de los personajes.



Fotografía de Lorenzo Hernandez


Para terminar este reportaje sobre el Festival, vamos a hablar de forma individual de cuatro de los títulos proyectados que representan cuatro dimensiones diferentes del cine que se hace en Francia: thriller, comedia, drama y documental.

THRILLER: Joueurs de Marie Monge. Alicia en los infiernos.

Joueurs es una montaña rusa, una descarga de adrenalina que se apodera del espectador de principio a fin, sin posibilidad de liberación, en una réplica de la caída en picado de Ella, una joven que, como Alicia, un día desciende por una madriguera para aterrizar en un mundo distorsionado del que no saldrá indemne. El conejo en esta ocasión será Abel, un hombre que la hechizará hasta transformarla en una sombra sin voluntad.

La película comienza mostrándonos a Ella mientras se desenvuelve con soltura en el revuelo de un pequeño restaurante familiar. Esa noche, cuando está guardando cajas en el almacén, como de la nada, aparece Abel, un joven de aspecto descuidado y algo inquietante del  que desde el primer momento desconfías. Pero enseguida, como si se tratara de una sirena de mirada encantadora y cuidada verborrea, consigue que Ella acepte hacerle una prueba como camarero. A partir de ese momento la película despega y no te deja recuperar el aliento hasta el final.

Ante la factura impecable de esta película cuesta creer que se trata de una opera prima, la de la joven directora Marie Monge. Joeurs está ambientada en  los círculos de juego parisinos, que podríamos en cierto modo describir como casinos descarnados, despojados de todo lujo y glamour por los que se mueven sin máscara adictos y desesperados.




Marie Monge, directora de Joueurs, junto a Hédi Saïm, presentador de la películas del certamen (Fotografía: Lorenzo Hernandez)

Nos econtramos con Marie tras la proyección, mientras departe delante del cine Albéniz con un grupo de espectadores, y  con una gran sonrisa accede  a ser fotografiada y charlar un poco. Pronto surge una conversación relajada en la que va desgranando detalles de su magnífico trabajo. Cuando preguntamos a la directora qué le hizo elegir este entorno para su película, nos cuenta que hace diez años, cuando sólo tenía veintidós, solía pasar por delante de la puerta de uno de estos antros sin prestarle la más mínima atención. Un día, un amigo jugador la invitó a entrar con él. La iniciación de Ella en este mundo reproduce paso a paso la primera experiencia de Marie con la diferencia de que ella perdió todo lo que apostó. A partir de ahí, Marie empezó a conocer los círculos de juego y sus habitantes en profundidad y decidió que algún día escribiría una película sobre ellos. Pasó el tiempo, rodó cortos y en un festival coincidió con Stacy Martin, que la había embrujado en Nymphomaniac. Al ser casi de la misma edad, conectaron en seguida y Marie supo que ella sería algún día la protagonista de su primer largometraje. Dos años más tarde le envió el guion, dudando si se acordaría de ella. Y aquí está el resultado. La directora nos cuenta que Stacy más que actriz es un soldado, una mujer que no se mira al espejo y que no duda en correr todos los riesgos necesarios para que una película salga adelante. La misma adicción que Ella desarrolla es la que corre por las venas de Stacy, aunque en este caso se trata de la búsqueda incansable de la belleza absoluta.



Marie Monge, directora de Joueurs (Fotografía: Lorenzo Hernandez)

Hay muchos ingredientes que convierten este coctel explosivo en una película que deja huella: los encuadres arriesgados, los inquietantes primeros planos, la armonía de colores a pesar de la fealdad y la decadencia del entorno que retrata, la belleza de la banda sonora y todo el movimiento de cámara, que culmina en la escena del baile, que, sin duda, pasará a la historia. Y por supuesto, no debemos dejar de mencionar la magnífica interpretación de Tahar Rahim y su capacidad de compensar un físico con un toque sucio e incluso desagradable con una mirada que te hace comprender por qué Ella no puede escapar de su embrujo.

Marie Monge, una directora a tener muy en cuenta a partir de ahora.



DRAMA: Le collier rouge de Jean Becker. El absurdo de la guerra, la guerra del absurdo.

Sorprende que en este año de 2018, en el que se cumplen 100 años del final de la I Guerra Mundial, el cine apenas se ha acordado del hecho para ofrecer nuevas miradas y enfoques sobre este acontecimiento histórico. El cineasta Jean Becker, realizador de títulos tan conocidos como Un crimen en el paraíso (2001), Conversaciones con mi jardinero (2007), Mis tardes con Margueritte (2010) o Mi encuentro con Marilou (2012) viene a llenar este hueco con esta adaptación de una novela de Jean-Cristophe Rufin que protagonizan François Cluzet (el famoso protagonista de Intocable), Nicolas Duvauchelle y Sophie Verbeeck.

En Le collier rouge, Becker viene a cruzar tres influencias claramente perceptibles: la estructura narrativa de John Ford en El sargento negro (al igual que en esta, hay un proceso judicial a un soldado a través del cual se despliegan toda una serie de flashbacks para revelarnos la historia completa), el retrato que hizo del conflicto Stanley Kubrick en Senderos de gloria (cuyo tono se adivina en las escenas bélicas) y la concisión narrativa y expresiva de los westerns de Budd Boetticher.



Escena de Le collier rouge


Jean Becker logra, con una realización eficaz, mostrarnos su visión crítica sobre la guerra y el militarismo y contarnos una historia con sencillez y precisión que se deja ver con agrado por su agilidad y por el componente emotivo que encierra.



COMEDIA: Tout le monde debout de Franck Dubosc. El bisturí de lo políticamente incorrecto.

Mientras que, en las cinematografías de algunos países, se está imponiendo como tendencia el hacer que la comedia se caracterice por personajes cada vez más planos, situaciones cada vez más simples y desarrollos narrativos ínfimos, sorprende (gratamente) que esta comedia dirigida y protagonizada por el humorista Franck Dubosc se sirva de unos cuantos giros inesperados que enriquecen la trama inicial, se deje llevar por meandros que aportan niveles adicionales de lectura a lo que en una primera impresión podamos captar y dibuje un arco de transformación tan completo y bien elaborado para el personaje que protagoniza la historia. Los cineastas de algunos países deberían tomar nota para que se den cuenta que, en ningún caso, la comedia está reñida con la inteligencia. Más bien, es al revés: la inteligencia sirve para hacer comedias mejores y de mayor calidad.



Escena de Tout le monde debout

Tout le monde debout empieza dibujando un personaje que trata a las mujeres como meros objetos sexuales pero que, a partir de un equívoco, va transformándose hasta superar su actitud inmadura inicial. La película de Dubosc coquetea continuamente con lo políticamente incorrecto para abordar los temas del machismo, los problemas de los discapacitados en la sociedad actual y acaba, sorprendentemente, con una vertiente dedicada a las supersticiones religiosas en la que, además, muestra la figura de un sacerdote que, rompiendo nuestras expectativas, enriquece el conjunto global hasta lograr que, además de reír, reflexionemos sobre las situaciones de las que hemos sido testigos como espectadores.


DOCUMENTAL: À voix haute de Stéphane de Freitas y Ladj Ly

Este documental francés muestra el desarrollo de un concurso de retórica organizado por una universidad de París para promocionar a alumnos pertenecientes a grupos sociales desfavorecidos. Al igual que, al principio de la película, un profesor indica que todo discurso eficaz se compone siempre de 5 partes, la dirección del documental sabe que la clave del éxito de un film de este tipo es identificar a personalidades acusadas, originales y de peso y, así, la cámara se dedica a mostrar el carisma de los concursantes, de algunos de los familiares y de los profesores que deben guiar con sus consejos a quienes buscan mejorar su dominio en el arte de la palabra hablada.



Escena de À voix haute


Hay muchos aspectos interesantes en esta película: desde conocer las técnicas básicas que permiten la construcción de un buen discurso hasta comprobar cómo en determinadas democracias avanzadas la preocupación por permitir la movilidad social incentiva la creación de métodos y procedimientos que den posibilidades a quienes tienen más problemas para ascender en el ascensor social. Fascinante, apasionante y hasta divertida, À voix haute se acaba convirtiendo un canto a la búsqueda de la excelencia y una apología de la meritocracia por encima de discriminaciones de carácter social, racial o religioso.

Como habrán visto, el programa ofrecido por el Festival ha sido rico, variado e interesante. Esperamos que, con este reportaje, hayamos animado a quien no lo conociera a acudir a él en la próxima edición, en la que celebrará sus bodas de plata. Desde la revista, no podemos menos que dar la enhorabuena a la Alianza Francesa de Málaga por el nivel alcanzado en el certamen.



Hédi Saïm, presentador de las películas del Festival (Fotografía: Lorenzo Hernandez)



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