(Crónica aterrada de la 28ª edición del Festival de Cine Fantástico de
Málaga – FANCINE 2018)
En capítulos anteriores: En la ceremonia de apertura del 28º
FANCINE, todo el equipo de Cine Contexto cayó víctima de un ataque zombie y,
para escapar del territorio dominado por los no-muertos, tuvo que empezar a
pasar una serie de pruebas en forma de películas de lo más diverso y variado.
Tras superar el reto más complicado y arriesgado, ver The House That Jack Built, el último film de Lars von Trier, sus
aventuras no han concluido…
Tras los tres primeros días, el
nivel del FANCINE se mantuvo en todo lo alto a lo largo de viernes 17, sábado
18 y lunes 19. Nos divertidos, nos estremecimos, nos emocionamos, tuvimos que
reflexionar a lo largo de una programación que no deja lugar ni al aburrimiento
ni a la indiferencia. Tuvimos que seguir superando pruebas para poder escapar
de este territorio fantasmagórico en el que estamos atrapados…
SÉPTIMA PRUEBA: Resolver una enigmática situación en la América
profunda. Steel Country (2018) de
Simon Fellows.
Steel Country es un thriller que
se inscribe en el género, típicamente estadounidense, del noir que se desarrolla en las pequeñas comunidades de la América
profunda. Bajo la superficie tranquila y, aparentemente, anodina de la vida
cotidiana en estos pequeños pueblos, un hecho violento irrumpe de improviso
para romper la calma. Pero ese hecho, lejos de ser un acontecimiento aislado,
se convierte en una especie de hilo que, tirando de él, desvela que la fachada
impoluta de esos lugares es completamente falsa y esconde todo un entramado de
corrupción y podredumbre. Steel Country sigue
ese esquema y el punto de partida es la muerte de un niño que, presuntamente,
se ha ahogado en el río. Un basurero de la localidad, que veía al niño todos
los días cuando pasaba al lado de su casa, empieza a sospechar que esa muerte no
ha sido accidental y empieza una obsesiva investigación para aclarar el
misterio.
Con una magnífica interpretación
de su protagonista, Andrew Scott, la historia viene a ser un cruce de los
relatos sobre el deep South de Jim
Thompson y esas películas que exploran la violencia escondida en esos pequeños
microcosmos como La jauría humana (1966)
de Arthur Penn, En el calor de la noche (1967)
de Norman Jewison, Yo vigilo el camino (1970)
de John Frankenheimer, Los tres entierros
de Melquiades Estrada (2005) de Tommy Lee Jones, Frío en julio (2014) de Jim Mickle, Comancheria (2016) de David Mackenzie o la reciente Tres anuncios en las afueras (2017) de Martin
McDonagh. Lejos de ser una mera recreación de títulos pasados, Steel Country se convierte, a través de
sutiles detalles, en un diagnóstico de la América actual, esa América que ha
llevado a Donald Trump a la presidencia: frente a la corrupción de las fuerzas
vivas de la comunidad, los perdedores, los desheredados del sistema, se rebelan
contra el statu quo a pesar del
estupor y el escepticismo generalizados. Es decir, algo parecido a lo que
ocurrió en noviembre de 2016.
Resultado prueba #7: Steel
Country es una película más que convincente, narrada con precisión y resuelta
con absoluta solvencia. Reemprendemos nuestro camino con renovadas fuerzas porque
nos van a hacer falta…
OCTAVA PRUEBA: Salir vivos de una isla donde solo puede quedar un
superviviente. Battle Royale (2000)
de Kinji Fukasaku.
En la sección “Classic Asia”, se
proyectó todo un clásico reciente del cine japonés como Battle Royale de Kinji Fukasaku, protagonizada por el carismático
Takeshi Kitano. Este film, que en pocos años ha ido adquiriendo una aureola
legendaria, alimentada, en parte, por la presencia de una de sus actrices, Chiaki
Kuriyama, en Kill Bill Vol. 1 de
Quentin Tarantino, interpretando al personaje de Gogo Yubari y, creo que en
mayor medida, porque la saga de Los
juegos del hambre parece inspirada (en más de un aspecto) por esta película
japonesa del año 2000.
Porque Battle Royale narra cómo, en un hipotético Japón del futuro,
marcado por la crisis económica, el desempleo y la apatía social, los alumnos
de una clase de instituto, elegida aleatoriamente con carácter anual, son enviados para competir a
muerte entre ellos hasta que solo haya un superviviente (como pueden
comprender, los paralelismos de Los
juegos del hambre son demasiados para no sospechar).
Había expectación en la sala
porque, a pesar de tratarse de una película estrenada hace 18 años, no ha
habido muchas oportunidades de verla en la gran pantalla por lo que su
proyección fue todo un acontecimiento del certamen. Violenta, visceral,
extrañamente poética en algunos momentos, Battle
Royale es una excelente película que aúna acción con capacidad reflexiva sobre
la naturaleza competitiva y salvaje de nuestra sociedad y que, por ello, se ha
ganado un prestigio merecido, convirtiéndose en su desenlace en un vibrante
canto a la libertad y a la rebeldía. Nuestros compañeros de “Cine Asia” supieron contextualizar magníficamente en el cinefórum que acompañó a la
película la figura de su director y las posibles lecturas del film.
Resultado prueba #8: Salimos contentos porque pudimos ver en pantalla
grande todo un clásico del cine reciente. ¿Cómo salimos vivos los tres miembros
de Cine Contexto si solo podía quedar un superviviente? Para eso tendríamos que
hacer spoilers. Les recomendamos que
vean la película para comprender cómo…
Fotograma de Battle Royale, con Takeshi Kitano marcando pautas...
Nuestros compañeros
de “Cine Asia”, Gloria Fernández y Enrique Garcelán, dieron magníficas
explicaciones sobre Battle Royale (Fotografías:
Lorenzo Hernandez)
Miguel Rodríguez,
fotógrafo de la organización del FANCINE estuvo presente durante la proyección
de Battle Royale (Fotografía: Lorenzo Hernandez)
NOVENA PRUEBA: Escapar de la soledad helada del Ártico. Escapar de tu propia soledad. Arctic (2018) de Joe Penna.
Arctic es una película minimalista en la que, apenas con dos
actores, se narra una historia de supervivencia en las congeladas y solitarias
tierras del Ártico. Podía pensarse que ello provoca que esta película sea
aburrida y tediosa. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. En primer
lugar, porque Joe Penna sabe administrar con mano firme el ritmo y la tensión
del film que sabe atraparnos desde el primer hasta el último momento. Y, en
segundo lugar, porque el espectador atento advertirá que, por debajo de la
película superficial, fluye una película escondida que habla de un alma rota y
de su lucha por salir adelante.
El protagonista de Arctic (un soberbio Mads Mikkelsen) es,
en todos los sentidos, un héroe hemigwayano, un personaje que (como el
protagonista del relato El río de los dos
corazones) se sumerge en su obsesiva tarea, en su mecánica repetición de
tareas cotidianas, para evitar tener que enfrentarse al dolor que le atenaza,
un dolor que, como sucede en las historias del escritor estadounidense, nunca
se explicita ni se hace patente sino por elipsis y omisiones. Y en Arctic ese dolor, ese trama, esa herida
sin cicatrizar, se insinúa a través de la foto del otro, de una foto familiar ajena al que el protagonista da gran importancia cuando él mismo parece no tener
fotografía a la que aferrarse. Y es en esa imagen ausente donde cobra todo
sentido la lucha y las reacciones del protagonista. Al final, Arctic no es solo una lucha por la
supervivencia física sino, también, la descripción de un proceso de redención
personal.
Resultado prueba #9: Llegamos a tierras menos hostiles y descubrimos
que, a veces, lo físico y lo espiritual están íntimamente relacionados.
DÉCIMA PRUEBA: No enloquecer en una absurda comisaría francesa. Au poste! (2018) de Quentin Dupieux.
Desde la primera escena, anterior
a los propios títulos de crédito, Au
poste! juega al desconcierto y al estupor. Un sorprendente director de
orquesta, una comisaría donde suceden hechos absurdos, una pirotecnia verbal
que se encadena a una estructura narrativa que se va retorciendo y descoyuntando
poco a poco… Y, poco a poco, nos vamos dando cuenta que, entre ojos que
desaparecen y cuartas paredes que se levantan, que, más allá de las habituales
burlas a la policía que suelen verse en el cine francés (en el cine de Melville
o de Chabrol, por ejemplo), estamos ante una comedia inspirada por el
surrealismo de Luis Buñuel, sobre todo la de su última etapa francesa, la que
incluye títulos como La Vía Láctea (1969),
El discreto encanto de la burguesía (1972),
El fantasma de la libertad (1974) o Ese oscuro objeto del deseo (1977), con
su absoluta libertad narrativa y su desafío a las estructuras convencionales.
En definitiva, Au poste! es una
comedia alejada de cualquier estereotipo al uso y que está impregnada de una
gozosa y anárquica falta de prejuicios cinematográficos que el espectador no puede menos que
agradecer.
Resultado prueba #10: No sabemos si resolvimos o no el caso de
asesinato que se planteaba en la película pero los policías franceses nos dejaron
libres sin cargos, por lo que pudimos seguir nuestro recorrido para poder
escapar del territorio zombie en que habíamos caído…
UNDÉCIMA PRUEBA: Sobrevivir a la mitología escandinava (¿solo a la
mitología escandinava?). Border (2018)
de Ali Abbasi.
Border ha sido una de las grandes y agradables sorpresas del 28º FANCINE.
Sorprendente, profunda, impactante, incómoda (la escena sexual de la película
es, sin duda, una de las más insólitas de toda la historia del cine) pero, al
final, un ejercicio absolutamente coherente de aprovechamiento del género
fantástico para abordar cuestiones sociales de candente actualidad. Porque la
represión de los hechos diferenciales dentro de una sociedad que se pretende
forzar que sea artificialmente homogénea, el racismo, la xenofobia, la
violencia latente, el hecho de que la bondad o la maldad sean independientes de
las señas de identidad a las que un individuo se adscribe son los grandes temas
de esta coproducción sueco-danesa que, a partir de elementos de la mitología
escandinava, sabe expresar con contundencia y precisión algunas de las grandes
preocupaciones de este momento histórico.
Resultado prueba #11: Hemos descubierto, sin duda, uno de los grandes
títulos del año y vamos con fuerzas renovadas para continuar viendo todo lo que
queda del FANCINE…
DUODÉCIMA PRUEBA: Sobrevivir a una disfuncional relación de pareja. What Keeps You Alive (2018) de Colin
Minihan
What Keeps You Alive empieza con un planteamiento que, sin ser
estrictamente novedoso, sí que parecía aportar matices interesantes: un
matrimonio formado por dos chicas va a pasar unos días en la antigua casa
familiar de una de ellas, situada en medio de los bosques de Canadá. En los
primeros minutos, a partir de un nombre cambiado, las sospechas empiezan a
acosar al espectador hasta que la situación estalla rompiendo todas nuestras
expectativas. En esos primeros 25-30 minutos, la película nos atrapa y sentimos
curiosidad por dónde va a discurrir. Pero, a partir de ese momento, toda la
historia se empieza a desenvolver por cauces ampliamente trillados y entra en
una dinámica rutinaria con continuos giros en la trama que nos suenan a muchos
títulos similares que ya hemos visto antes. No desvelamos nada más para no
reventar la película a quien quiera verla pero sí decimos que What Keeps You Alive es una película que
acaba aportando poco al género y que no se ha atrevido a tener toda la audacia
que, inicialmente, se presumía en ella.
Resultado prueba #12: Nos fuimos de los bosques canadienses un poco
aburridos y desencantados.
DÉCIMOTERCERA PRUEBA: Sobrevivir en un violento México ¿distópico?: Cómprame un revólver (2018) de Julio Hernández
Cordón.
Al principio de esta película, se
nos explica que la historia se desarrolla en un México distópico, dominado por
la violencia y por las bandas criminales y en el que el número de mujeres se ha
reducido drásticamente. Obviamente, la elección de los parámetros a partir de
los cuales se articula el argumento no es caprichosa. No es sino la prolongación
de muchas de las peores lacras que sufre el México actual: poder de los
cárteles de la droga, violencia sistemática contra la mujer (caso paradigmático
de Ciudad Juárez, que ya fue retratado en Ciudad
del silencio – 2007 – de Gregory Nava y en el documental Doble injusticia – 2005 – de Laura
Salas)…
A pesar de los medios limitados
con que Cómprame un revólver se ha
rodado, la película está narrada con eficacia, contundencia y precisión
sabiendo transmitir plenamente al espectador la situación de tensión continua
en que viven los personajes protagonistas, la angustia que va progresivamente dominando
el desarrollo del argumento y, con su contundente final, nos lleva a la
desoladora moraleja de que, una vez que la violencia se aprende mediante el
aprendizaje en la infancia, se pone en marcha una espiral que es casi imposible
de detener.
Resultados prueba #13: Casi nos perdemos en el árido desierto mexicano
pero logramos encontrar la ruta de salida…
Como pueden ver, la diversidad de
enfoques, temas, escenarios y nacionalidades que hemos podido ver en el 28º
FANCINE ha hecho que no nos hayamos aburrido en las jornadas intermedias del
certamen. Pero todavía queda mucho más que contarles. ¿Habremos logrado
sobrevivir, finalmente, al ataque zombie del que hemos sido víctimas? En la
siguiente crónica, lo comprobarán y hasta aportaremos pruebas gráficas del
desenlace…
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