ENTREVISTA A JAIME ORDÓÑEZ


Fotografía de Lorenzo Hernandez


Hay algo que podemos decir del actor Jaime Ordóñez sin temor a equivocarnos y es que, cuando lo vemos en la pantalla del televisor o en la pantalla de un salón de cine, es imposible olvidar su interpretación y al personaje que ha encarnado. Desde que alcanzó gran popularidad con la serie Aquí no hay quien viva hasta sus últimos papeles en las películas de Álex de la Iglesia, Jaime Ordóñez ha afrontado retos interpretativos casi imposibles, bordeando siempre el abismo, y los ha superado todos con eficacia y sobrada solvencia. Este sería ya un motivo para entrevistarlo pero, si ello no fuera suficiente, habría que añadir su futuro debut como director con un proyecto (como nos contará en la entrevista) de largo recorrido: El berrido de los silencios, una película muy especial de la que vamos a conocer detalles muy interesantes. No les hacemos esperar más tiempo y comenzamos ya a conversar con Jaime Ordóñez y a descubrir muchas cosas de él que no conocíamos.

Jaime nos recibe en su casa en Madrid, mientras técnicos diversos le están instalando el teléfono e internet. Todo está manga por hombro. Digamos que la casa está en proceso de montaje, en proceso de completar todo su equipamiento, del mismo modo que su opera prima está en proceso de realización. A pesar de ello, no crean que está poco atento a lo que nos dice. Todo lo contrario. Como van a comprobar, sus ideas están muy claras y son precisas y contundentes.



Fotografía de Lorenzo Hernandez


TRAYECTORIA PROFESIONAL

CINE CONTEXTO: Hola, Jaime. El motivo de la entrevista es para hablar de tu primera película como director, El berrido de los silencios, que está en fase de rodaje. Antes de hablar de ella, vamos a hacer un pequeño recorrido por tu carrera. Desde 1998 a 2005, participas en muchas series de televisión: Médico de familia, Todos los hombres sois iguales, Manos a la obra, La casa de los líos, Compañeros, Policías, Javier ya no vive solo, Ana y los 7, Paraíso, Hospital Central, 7 vidas, Un paso adelante, Mis adorables vecinos, Los Serrano… ¿Supuso este período para ti un proceso de formación importante?

JAIME ORDÓÑEZ: Sí, claro. La experiencia es un grado. Nadie sale de la Facultad siendo abogado ni economista. Un hermano mío, que hizo Económicas, me dijo eso el otro día: que sales de la Facultad y aún no estás plenamente preparado para ejercitar una profesión. Es un proceso de experiencia: llegar a saber por dónde va la cámara, por dónde tienes que andar, saber moverte con las marcas, la dinámica de los rodajes… todo eso te va ayudando y te va curtiendo.



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CINE CONTEXTO: Después, hay dos períodos de inflexión en tu carrera. El primero, en torno a los años 2005 y 2006. En ese período, participas en las películas Reinas de Manuel Gómez Pereira, Torrente 3 de Santiago Segura, Isi & Disi, alto voltaje de Miguel Ángel Lamata, en las series Planta 25 y SMS pero, sobre todo, te haces muy popular por tu participación en la serie Aquí no hay quien viva.

JAIME ORDÓÑEZ: Para mí, hay tres puntos de inflexión en mi carrera. El primero fue con Aquí no hay quien viva. Nadie me recuerda por SMS aunque yo hiciera ahí de manager de Mario Casas. Ni por Isi & Disi, ni por Torrente… Yo siempre digo que la medida de un actor te la da cuando tienes la posibilidad de tener un papel a tu medida que, en el caso de Aquí no hay quien viva, no fue un papel que a mí se dio de esa manera: fue una creación que yo hice de ese personaje, que no estaba concebido originalmente así. Yo llegué allí con una propuesta. Cuando te dan un papel, tienes que arriesgar. Cuando te dan una oportunidad para que te vean, tienes que jugártela. Tienes que ir con algo más que no enseñen los demás. Tienes que ir a muerte. Y ese monólogo que escribió Alberto y Laura Caballero en el capítulo 2 de la serie fue el que cambió mi vida. Yo llevé una propuesta y les encantó… Cuando lo interpreté, hubo un aplauso, en un plató de televisión, lo cual es dificilísimo, porque en la televisión se graba a toda velocidad una escena detrás de otra. Ese aplauso que se produjo fue, por tanto, muy significativo. Me dijeron que me iban a llamar cada vez que hubiera un personaje de esas características y, efectivamente, cumplieron. Fueron unos dieciséis personajes que tenían minuto y medio o dos minutos de interacción, ¡pero qué minuto y medio o dos minutos! Lo cual demuestra que no es una cuestión de cantidad, sino de calidad, la posibilidad de tener un personaje lo suficientemente impactante. Yo siempre he intentando dejar una impronta de excelencia en mi carrera. pero, al mismo tiempo, siempre he dicho en las entrevistas que, gracias a Aquí no hay quien viva, yo dejé de ser un actor invisible. De hecho, yo, que estaba entonces en una situación económica muy complicada porque mis primeros años en Madrid, como podrás comprender, no fue un paseo de rosas, ni muchísimo menos, y, gracias a ese papel, una marca muy conocida me contrató por su vigésimo quinto aniversario para hacer la campaña publicitaria, lo cual significó un balón de oxígeno a nivel económico que me cambió completamente la vida.



Recopilación de las participaciones de Jaime Ordóñez en Aquí no hay quien viva


CINE CONTEXTO: Tu segundo punto de inflexión fue por tu participación en los programas de José Mota.

JAIME ORDÓÑEZ: Sí. Porque creo que, en esta profesión, lo más difícil es mantenerse. Yo he tenido una estabilidad laboral sabiendo que José Mota confiaba en mí, temporada tras temporada, durante diez años. Yo he tenido unos ingresos gracias al programa, una visibilidad en televisión y, sobre todo, aquellos dos especiales de fin de año (los dedicados a Seven - donde interpretaba al personaje que interpretó originalmente Kevin Spacey en la película - y a Pulp Fiction - donde rememoraba al personaje de John Travolta-), que los ve media España, los vio también Álex de la Iglesia. Y, lo más importante de todo, he tenido la oportunidad de aprender y madurar como actor junto a uno de los cómicos y actores más importantes de este país.



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CINE CONTEXTO: El tercer punto de inflexión ha sido tu intervención en tres películas de Álex de la Iglesia: Las brujas de Zugarramurdi, Mi gran noche y El bar.

JAIME ORDÓÑEZ: Eso fue un poco de estar en el sitio adecuado en el momento justo. Álex de Iglesia me vio en los dos especiales de fin de año que te he comentado y ahí quedó eso. Le encantó mis papeles pero no dijo nada, no preguntó quién era yo ni nada parecido… Simplemente, los vio y le gusté. Y dijo: “Este tío es un dios”. Eso lo dijo en una entrevista a posteriori. En ese momento, José Mota estaba en la promoción de La chispa de la vida, película dirigida por Álex, yo estaba en su programa y así fue como llegué a coincidir con Álex. Su mujer, Carolina Bang, le dijo: “Mira, Álex, este es el actor que tanto te gustó en los especiales de fin de año”. Empezamos a hablar, hubo mucha sintonía y me acabó diciendo: “Te voy a dar un papel en mi próxima película”. Yo pensé que era una broma. Cuando yo llegué a Madrid, la primera película que vi en VHS fue El día de la bestia y me dije: “Pero, ¿esto qué es?¿Qué es esta locura? Si no parece una película española… Esto es una pasada”. ¡Cómo podía pensar que veinte años después iba a poder trabajar con ese director! Porque, ¿sabes lo que pasa? Que cuando trabajas en un programa de humor, no acabas de conseguir el respeto profesional y actoral. Y es una putada, con perdón por la expresión. Porque el trabajo que desarrollamos en el programa de José Mota es muy complicado. Por ejemplo, haces distintos personajes durante el mismo programa. Y hacer humor es muy difícil. Por lo menos, hacerlo desde la verdad. Pero es cierto que eso no tiene ningún crédito por medio de la profesión. En cambio, al hacer las tres películas con Álex, primero en Las brujas de Zugarramurdi (en la que mi nombre sonó para ser nominado al Goya a Actor Revelación), después en Mi gran noche (donde, aunque era una película más coral, mi papel dejó también huella y, de hecho, el número musical en el que participaba fue considerado por Fotogramas como el mejor número musical del año) y, finalmente, en El bar, todo fue distinto. Yo siempre intento dejar una impronta de excelencia porque amo mi profesión. Entonces, cuando te dan una película, que es una oportunidad histórica de ser inmortal, de conseguir la inmortalidad a través del cine, porque el cine es eterno, pues ello es una enorme responsabilidad tanto con el director, como con el cine, como con el público. Y cuando me llegó el Israel de El bar, nuevamente estuve en la antesala de las nominaciones a los Goya, nominado a los Feroz, nominado a los premios ASECAN, Biznaga de Plata en el Festival de Málaga. Y el punto de inflexión llega cuando hay alguna crítica que dice: “el sorprendente Jaime Ordóñez, que viene de la hora de José Mota”. Y es ahí cuando parece que te empieza a llegar el respeto.



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CINE CONTEXTO: ¿Tú eres consciente, porque estás en la vorágine y puedes no darte cuenta, de que en esas tres películas Álex de la Iglesia te ha dado tres personajes muy importantes en cada una de esas películas? En Las brujas de Zugarramurdi eres el taxista que lleva a los personajes al lugar crítico de la trama, en Mi gran noche, apuntas a Raphael con un rifle de mira telescópica (por lo que es una escena que todo espectador va a recordar) y en El bar, el mendigo, que es el personaje emblemático en la medida en que concentra toda la rabia y frustración social que es el elemento clave para entender la filosofía e la película… Tres papeles decisivos en los tres films.

JAIME ORDÓÑEZ: Si, soy completamente consciente. De hecho, el taxista de Las brujas de Zugarramurdi tenía muchos novios. El psychofan que estaba obsesionado con Raphael en Mi gran noche, que también hacía el número musical principal, también era un dulce. Álex sabe que me van esos personajes intensos. Sabe Álex que él es una persona muy exigente pero que yo lo soy más. Esos personajes me permiten desarrollar mi capacidad dramática. Porque a mí, cada vez que me preguntan, yo siempre digo lo mismo: que yo soy un actor dramático que hace comedia. Y cuando hago comedia, la hago desde la mayor y más absoluta verdad. Cuando yo interpreté Las brujas de Zugarramurdi, todo el mundo me decía: “Oye, qué bien te lo has tenido que pasar”. Y yo respondía: “No. Yo no lo he pasado bien. Se trata de que el público lo pase bien. Mi personaje, al que secuestran, al que encañonan, que lo obligan a salir de la ciudad, que deja a su mujer, que se mete en una caverna donde hay un monstruo, después se encuentra con unas brujas, lo atan, lo quieren quemar… no lo pasa bien”. Y eso es muy importante para mí cuando se habla de la comedia. La gente se divierte si se cree lo que tú estás sufriendo o padeciendo. Si la gente se piensa que tú te estás divirtiendo, no nos produce tanta risa. ¿Qué te puedo decir de Álex? Le estoy eternamente agradecido. Porque siempre nos fijamos en quienes llegan pero nunca nos fijamos en los que no tienen éxito, los buenos actores que no tienen una oportunidad. Y yo estaré siempre agradecido a Álex porque yo era el actor menos conocido de Las brujas de Zugarramurdi. Y los productores querían otro actor para el papel de taxista. Y Álex dijo que o yo era el taxista o no lo era nadie. En El bar, tampoco era yo la primera opción. Y no me importa decirlo. Yo iba a hacer otro personaje. Pero, al final, me llegó. Y me llegó como tiene que llegar, porque Álex dijo que el mendigo lo iba a hacer Jaime Ordóñez. Yo le pregunté: “Pero, ¿qué le has dicho a los de A3 Media para que, en un reparto donde están Terele Pávez, Mario Casas, Blanca Suárez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Joaquín Climent o Alejandro Awada, aparezca yo? Porque, desgraciadamente, por el nombre no sueno tanto (no por mi cara, que cada día es más conocida)… Y Álex dijo: “Les he dicho a A3 Media que eres el mejor actor que puede hacerlo”. Eso es lo que yo agradezco a Álex de la Iglesia: la confianza ilimitada que siempre ha tenido en mí. Y eso es un regalo y yo diría que casi un milagro, con la cantidad de actores que hay…



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CINE CONTEXTO: Y una cosa importante: en el El bar, tu personaje representa el espíritu de la película…

JAIME ORDÓÑEZ: Es un personaje que, en principio, porque la película tiene tres partes a las que yo llamo “cielo”, “purgatorio” e “infierno” (de hecho, la película puede verse como un descenso a los infiernos), en el primer tercio empieza con menos protagonismo y va cobrando cada vez más importancia porque se va encaminando a su hábitat natural que es el del “infierno” y ahí es donde el personaje desarrolla todo su potencial hasta llegar al famoso “monólogo de la alcantarilla”. Para mí, sin duda, Israel es el personaje de mi vida y a ese personaje he entregado un trozo de mi vida, como debe ser. A ese personaje le he dedicado medio año de mi vida y un jirón de mi vida está ahí, entregado a ese personaje. Y yo me alegro de haberlo entregado. Porque me escriben cada día personas anónimas, no solo de España sino también de Estados Unidos o de Latinoamérica para darme las gracias por esa interpretación, que les ha impactado, que les ha sobrecogido, que les ha emocionado… Y, al final, de aquí, desgraciadamente, nadie va a salir vivo pero yo seguiré vivo a través de Israel.



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EL BERRIDO DE LOS SILENCIOS

CINE CONTEXTO: Pero el motivo principal por el que queríamos entrevistarte era por tu proyecto como director, la película El berrido de los silencios. ¿Qué nos puedes decir sobre ella?

JAIME ORDÓÑEZ: Yo me declaro como un cinéfilo apasionado, desde que era un niño. Y esta inquietud por estar detrás de las cámaras no es solo por esta película sino que está en mí desde que yo recuerdo, desde que tuve la posibilidad de tener una cámara, incluso antes de que yo pudiera tener una cámara, porque la primera cámara que manejé fue una mini-DV que me dejaba mi cuñada… La primera cámara que yo me compré fue una Sony Handycam. Pero es que, antes de que yo tuviera estos soportes, yo ya alquilaba cámaras para rodar. Es decir, siempre he tenido la necesidad de rodar mis historias, de contar mis cuitas y, sobre todo, siempre me he basado en referencias cinéfilas. Yo he hecho homenajes a Una noche en la ópera, a Harry el sucio, de lo que es el cine que me ha marcado, que me ha gustado a lo largo de toda mi vida. Mientras mis compañeros de clase compraban el Marca o el As, yo compraba los fascículos de la Enciclopedia del Cine de Planeta. Esta película, El berrido de los silencios, no nace ahora. Es ahora cuando empieza a hacerse con unas condiciones de producción más que dignas, no por cuestiones de subvención, porque esta película se está haciendo a pulmón, sino porque yo he dedicado los tres últimos años de mi vida, de lunes a domingo, salvo el paréntesis de El bar, a patear la calle, a buscar empresas que me aportaran cosas para que se pudiera hacer esta película. Son más de doscientas empresas malagueñas las que han participado en el proyecto, aportando material, especies o servicios. Y el haber conseguido esas doscientas empresas, supone haber contactado previamente con cuatrocientas o quinientas empresas para que el 50% te diga que sí. Pero, antes de eso, yo empecé con mi cámara mini-DV y con cámaras alquiladas a grabar mis parodias, mis escenas, mis sketches y mis cosas… Y hace diez años que se me ocurrió la idea de hacer una spoof movie, que, en ese momento, no se había hecho en España, y que es una parodia de películas. A mí me había cautivado ese género por lo que tiene de componente cinéfilo ya que, al final, está trufado de referencias cinéfilas. Y, sobre todo, porque siempre he tenido una especial debilidad por el humor, por la comedia… Toda mi carrera siempre ha estado cimentada sobre la comedia. De hecho, ya son doce años trabajando con José Mota. Me parece un género muy difícil de practicar. Con lo cual, en El berrido de los silencios se aunaban las dos cosas: la comedia y la cinefilia. Esta película nació grabándola yo con mi familia, con la mini-DV primero, con la Sony Handicam después, y diciéndoles poneos ahí o colocaos allí, haciendo yo todas las funciones que había detrás de la cámara… Fíjate que, en ese momento, mi papel delante de la cámara era mínimo. Mi función era estar detrás contando la historia. Después, llegaron las Canon y empecé a hacer con ellas mis pinitos, grabando en las oficinas de mi hermana, de lo que ya iba a ser El berrido de los silencios, el título no ha cambiado, y se llama así porque hay que decir que el macguffin de la película es El silencio de los corderos. Y fue cuando, de repente, un día, me dije yo: “¿Y si yo le echo horas a esto, si consigo localizaciones, atrezzo, vestuario, toda la preproducción de una película de verdad? Pues podría hacer, efectivamente, una película y hasta podría ser estrenada en el cine”. Y ahí fue la última estación de este proceso, del cual todo ese material anterior, obviamente, no me sirve pero que me ha llevado a este desenlace. Durante todo este proceso, pues he aprendido todo lo que se puede aprender sobre el cine, desde las trincheras. Tengo que decir dos cositas que no se suelen decir o no se sabe de esta película. La primera, a mí se me ocurre hacer una spoof movie - género nada habitual en nuestro cine - hace unos 10 años y tengo material rodado de parodias de una serie de películas, al estilo de Top Secret, Aterriza como puedas, Hot Shots! o Scary Movie. Pero, por razones obvias de producción, El berrido de los silencios no se pudo poner en marcha - tal y como está concebida actualmente -, hasta años después. Llevo ya 3 años - no continuados - de rodaje (ruedo unos 30 días cada año) y aún quedan dos para el estreno. Por otro lado, los protagonistas iniciales de mi película (en aquellos comienzos de "guerrilla") eran - y siguen siendo - mi familia. Mis hermanos, mis sobrinos, mis primos... Algo también novedoso sin duda. Pues bien, durante estos años transcurridos, tanto un aspecto como otro ya se han visto reflejados en el cine, perdiendo así parte de lo original que tenía el proyecto, que sí lo eran cuando a mí se me ocurre por primera vez. Pero la producción manda. Y sin dinero los tiempos se dilatan.



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CINE CONTEXTO: ¿Qué es lo que va a tener de peculiar El berrido de los silencios?

JAIME ORDÓÑEZ: Como ya he dicho, la spoof movie no es un género que se haya practicado mucho en España. Aquí prima más la comedia costumbrista. Sobre todo, porque la spoof movie tiene una serie de reglas: la primera gran regla es que está preñada de referencias cinéfilas y la segunda gran regla es el humor surrealista. Es decir, a ti te permite realizar cosas que, en una comedia normal, no podrías. Porque no tienes que ceñirte a las reglas de la lógica. Por eso, la imaginación y el presupuesto son los que te marcan el límite de la comedia. Es un humor absurdo. Pasa, por ejemplo, en Top Secret, en la que es la estación la que se mueve en vez del tren. Eso, en una comedia normal, no puede suceder. Pero en una spoof movie, esa regla (que yo creo que ese humor surrealista viene de los hermanos Marx) puede suceder perfectamente. Y a mí, eso me atrae mucho. Porque ese tipo de humor pone a prueba tu imaginación y tu creatividad. Y este tipo de humor no se ha practicado mucho en España. Lo más cerca que hay, que a mí me parece una obra maestra, una obra maestra, es Amanece que no es poco de José Luis Cuerda. Es una película con un humor surrealista y absurdo, pero sí que es cierto que está desprovista de referencias cinéfilas, y es la única diferencia con una spoof movie, pero es lo más cerca que hay. Es el referente que tengo. Con lo cual, no quiero decir que yo haya alcanzado ese nivel de excelencia ni el de Jim Abrahams y los hermanos Zucker, que fueron los precursores de estas películas de parodias…



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CINE CONTEXTO: ¿Cuáles son las películas o el tipo de películas que parodias en El berrido de los silencios? Por lo que has dicho, El silencio de los corderos es una de ellas.

JAIME ORDÓÑEZ: Efectivamente, pero he de matizar una cosa. La película se llama El berrido de los silencios por El silencio de los corderos pero se parodian muchas, muchas películas. El macguffin de El berrido de los silencios es una trama muy similar a la de la película de Jonathan Demme: el jefe del FBI se llama Jack Crawford, han secuestrado a la hija de la senadora Martin, la becaria que va a investigar el caso, y que está todavía estudiando en la agencia, se llama Clarice Starling… Pero, a partir de ahí, hay referencias a Doce del patíbulo, a Los mercenarios, a Rambo, a El padrino… E, incluso, hay muchas secuencias que no tienen una referencia cinéfila concreta pero que sí entran en ese código de humor surrealista y absurdo. De repente, hay una escena con un guiño a Halloween y aparece el personaje de Michael Myers, o a la saga Viernes 13 y aparece Jason Voorhees… Por tanto, no es solo una parodia de El silencio de los corderos. Pero sí que es verdad que esta fue una película que, cuando la vi, me impactó de una manera brutal. Y, por otra parte, me parece que el personaje de Hannibal Lecter es un personaje tremendamente cinematográfico. Además de que Anthony Hopkins, junto a, quizás, Al Pacino, sea mi actor favorito. Yo soy de los que estudian a Anthony Hopkins. Cuando estrenan una película suya, yo no solo estoy viendo la película, sino que estoy estudiando cómo se desenvuelve y lo que hace este actor cada vez que cambia de registro. Por lo tanto, es una película que marcó una época y me encanta. Me marcó sin duda.



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CINE CONTEXTO: ¿En qué momento está ahora la película?

JAIME ORDÓÑEZ: Ahora mismo, están rodados dos tercios de película. Es decir, ya ha pasado el ecuador. Hacer cine es difícil. Hacer cine sin dinero es tremendamente difícil. Pero hacer sin dinero la película que yo quería hacer es un milagro. Normalmente, una película dice: “No tengo subvenciones. No tengo producción. No tengo liquidez para hacer una película. ¿Qué película hago entonces?”. Normalmente, se escribe un guion acorde con las posibilidades económicas existentes. Sin embargo, yo no hice eso. Yo quería hacer una película en la que cada escena estuviera rodada en una localización diferente de Málaga. A nivel de producción, si hablas con cualquier persona que lleve temas de esa área, te dirá que lo más complicado a nivel económico es cambiar de localización en cada escena porque supone trasladar todo de un sitio a otro, permisos correspondientes, transporte, equipo técnico, actores… La película, he dicho hasta ahora, es un homenaje al cine. Pero, por otra parte, debo decir que la película es también un homenaje a mi ciudad natal. Yo quería reivindicar a Málaga como un inmenso plató cinematográfico. Quería hacer una película sin salir de la provincia de Málaga, una película que retratara e inmortalizara el mayor número posible de localizaciones de la provincia. La película, a nivel de producción, no se corresponde con las posibilidades económicas de la propia película. ¿Qué ocurre? Que, aunque parezca increíble, y a mucha gente se lo sigue pareciendo, yo tengo una enorme capacidad de trabajo cuando la enfoco en algo que te apasiona. Cuando alguien trabaja en algo que le apasiona, no le importa estar despierto hasta las seis o las siete de la mañana o, incluso, no llegar ni a acostarse para conseguir lo que uno desea. Yo he invertido mi tiempo y mi esfuerzo de lunes a domingo para hacer la preproducción de todos los departamentos porque, al ser un proyecto no remunerado, yo no tengo un equipo en el que poder delegar, por tanto toda esa labor de preproducción la tengo que hacer yo: iluminación, cámara, fotografía, arte, atrezzo, vestuario, maquillaje… La gente puede pensar que eso es imposible. No es imposible pero, eso sí, tienes que sacrificar tu vida. Eso ya depende del umbral de dolor que cada uno tenga. Yo he conseguido rodar una escena en el puerto de Marbella durante nueve días, con dos helicópteros, un dron, la banda de música de la Esperanza… Es decir, un equipo de 150 personas. Esto, ¿cómo se puede conseguir? Pues con mucho trabajo. Conseguir que una empresa dé el desayuno, que otra dé el almuerzo, que otra dé la cena, otra que te da la merienda, una, dos, tres o cuatro empresas que transporten a la figuración y al equipo técnico, otra empresa que te ceda dos helicópteros, drones, equipos de iluminación… Entonces, mi pensamiento, mi vocación, de este proyecto no son pequeños. Yo nunca sueño en pequeño. Yo siempre sueño en grande. Decía Tom Hanks: “Si fuera fácil, todo el mundo lo haría”. Es lo difícil lo que lo hace grandioso. Yo no quería hacer una película fácil. Yo estoy haciendo una película complicada. Hemos rodado ocho o nueve días en el castillo de Sohail, nueve días en el helipuerto de Marbella, hemos rodado en Torrox Costa, en la Iglesia de San Juan de Dios, en la Diputación, tanto en el edificio de la Plaza Marina como en el de la calle Pacífico, en la desembocadura del Guadalhorce, en los Montes de Málaga, en el Colegio de Arquitectos, en el Jardín Botánico, en el Gran Café, en el Edificio Blanco, habiendo yo realizado todos los trámites administrativos… Y la energía que hay que desarrollar para conseguir esto es brutal. Pero, ¿por qué se hace? Porque es algo que te gusta, es algo que te apasiona y ahí tienes un plus para cuando las fuerzas ya te flaquean… Normalmente, sin presupuesto, no puedes pensar que un tanque y un jeep aparezcan en la película. Sin embargo, en El berrido de los silencios aparecen porque conseguí que una empresa te quiera dar gratis un tanque, que otra empresa te quiera dar gratis un jeep y otra te los lleve a Marbella y después los recoja y los lleve a su punto de origen en Granada. El berrido de los silencios, por todo ello, al final, más que una película, es una forma de vida porque yo he dedicado a eso los últimos diez años de mi vida.



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CINE CONTEXTO: Por lo tanto, El berrido de los silencios llega a tener, al menos, tres dimensiones. La primera, es una película con la que te puedes reír…

JAIME ORDÓÑEZ: Bueno, esa, por lo menos, es la intención. Ya sabes que el humor es algo muy peculiar. Está claro que esta película no va obtener un premio jamás porque es una comedia muy surrealista y ese tipo de películas no corresponde a una película de culto, intelectual, intimista, con mensaje, pues no son películas de premio. A mí, me caería el premio si la gente pudiera reírse. Y sé que es una frase muy socorrida porque siempre se dice que lo más difícil es hacer comedia. Pero es una realidad absoluta. Nos emocionamos con las mismas cosas: el protagonista de una historia de amor muere y es difícil no emocionarse… Ante ciertas circunstancias, todos nos emocionamos. Pero, sentido del humor, hay tantos como personas en el mundo. Cada persona tiene su sentido del humor. Hacer reír es muy difícil. Yo lo voy a intentar. He puesto toda mi inteligencia, todo mi esfuerzo, toda mi ilusión en ello. Evidentemente, una de las patas es eso, la intención de hacer reír. Si no consigo que la gente se ría, habré fracasado. Una de las cosas que dice Álex de la Iglesia es que la comedia es terrible porque el feedback es inmediato. Te sientas en la sala a ver una película normal y no esperas ninguna respuesta inmediata del público. Pero si vas a ver una comedia y la gente no se ríe, fracasas de forma inmediata.



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CINE CONTEXTO: La segunda dimensión de la película es que es un homenaje cinéfilo…

JAIME ORDÓÑEZ: Evidentemente pero aquí hay una cosa que quiero recalcar. Si reconoces las referencias cinéfilas que aparecen, te reirás más. Pero la gente podrá reírse aunque no conozca el original. Porque, como he dicho, en muchas escenas no hay una referencia cinéfila concreta. Además, las que aparecen son de películas conocidas por casi todo el mundo (El padrino, El resplandor, Psicosis), son películas que casi pertenecen al subconsciente colectivo.

CINE CONTEXTO: Y la tercera dimensión es que es un homenaje a Málaga.

JAIME ORDÓÑEZ: Sí, sin duda. Lo que más me apetecía era rodar en mi tierra. Hay gente que viene de Madrid y no tiene ese sentimiento de anclaje en la ciudad. Yo debo decir que, quizás, porque me crié en frente del puerto de Málaga, en Muelle Heredia, y porque soy una persona muy familiar, muy apegada a mi familia, para mí Málaga es la vida. Yo vivo en Madrid pero El berrido de los silencios me ha permitido, después de estar 20 años viviendo ahí, poder estar, los últimos tres, mucho más tiempo en Málaga, redescubrirla, conocer sitios que no conocía, como el Jardín Botánico. La película, evidentemente, no es una excusa para poder estar en Málaga pero hay una parte de mí que, sin duda, le apetecía y necesitaba que el rodaje de El berrido de los silencios fuera en Málaga. Reivindicar Málaga como un plató cinematográfico, con una luz privilegiada. Yo recuerdo una escena en el castillo de Sohail, rodada en septiembre, con un cielo que parece pintado, y la gente se va a pensar que es un croma cuando es la luz auténtica que hay en Málaga.



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CINE CONTEXTO: ¿Representará esta película una nueva etapa tuya como actor y como creador?

JAIME ORDÓÑEZ: La verdad es que, como llevo tanto tiempo con este proyecto, no sé qué decirte. Llevo ya muchos años en la parte creativa… Pero, utilizando esa frase tan socorrida de que “las cosas suceden cuando tienen que suceder”, efectivamente yo creo que es así: a mí me ha pasado El berrido de los silencios en su dimensión actual, como una película que se puede estrenar en salas de cine, en el momento en que tenía que ocurrir, cuando yo ya tenía experiencia en producción. Yo recuperé para Málaga, a mí siempre me han gustado los retos, los desafíos, las cosas difíciles, los autos sacramentales. Durante cinco años, yo representé durante la cuaresma en Málaga autos sacramentales. Hacía cuarenta años que no se representaban en mi ciudad autos sacramentales. Y yo decidí recuperarlos. Los autos sacramentales se representan en el interior de una iglesia, con un presupuesto astronómico para un solo día de representación. La experiencia de producción en ese proyecto, porque la producción ejecutiva la hice yo, a pulmón, sin subvenciones, sin financiación, al igual que El berrido de los silencios, logrando reunir ochenta empresas para levantar la obra, me sirvió de experiencia para la película. Desde el momento creativo, creo que estoy en el momento de mayor madurez, de mayor creatividad, he adquirido mucho conocimiento a través de la observación… He realizado tres películas con Álex de la Iglesia, uno de los mejores directores del panorama internacional, y he aprendido mucho a nivel de dirección, de edición, de guion… Creo que escribo mejor que hace diez años. Y creo que era el momento de hacer El berrido de los silencios aunque la necesidad de dirigir, de contar historias era muy anterior…

CINE CONTEXTO: En este momento, ¿qué previsiones hay de estreno o de terminación de la película?

JAIME ORDÓÑEZ: En un proyecto que se está haciendo de la manera que he explicado, es muy difícil dar una fecha. Puestos a soñar, a mí me gustaría terminar de rodar la película el año que viene. Aunque va a ser difícil. Digamos que terminamos en 2020. Después vendrá la postproducción. Yo no creo que la película, y estas son mis previsiones más optimistas, vea la luz antes de 2021. Y me gustaría que se estrenase, ya lo he dicho mil veces en los medios de comunicación, una película rodada íntegramente en Málaga, con equipo técnico y artístico de Málaga, en el Festival de Cine de Málaga.



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CINE CONTEXTO: Algo más que quieras decir sobre El berrido de los silencios que no nos hayas dicho ya.

JAIME ORDÓÑEZ: Pues, lo primero, agradecer la generosidad y la implicación de mi equipo técnico y artístico. Sin esa generosidad y esa implicación, el proyecto no sería posible. Y esa generosidad y esa implicación tienen un mayor valor al tratarse de un proyecto de largo recorrido en el que la fidelización es muy complicada. Por tanto, mi gratitud infinita a todas y cada una de las personas que forman o han formado parte del equipo de la película. Sin ellas, este sueño no sería posible. Ya, después de tanto tiempo, no somos un equipo, somos una familia: la familia "berridos". En segundo lugar, y eso sí me gustaría subrayarlo, el proyecto hubiera sido inviable si no llega a ser por mi hermano, Javier Ordóñez. Que no solo es mi hermano, sino que es también protagonista de la película. Y no es protagonista porque es mi hermano sino porque es un gran actor. Yo nunca digo que es mi hermano y hay un montón de gente que me dice que qué gran actor es Javier. Javier es el gran baluarte y el gran valedor de este proyecto. Él ama el cine tanto como yo. Y él está sosteniendo la película. Sobre todo, en este último año ha sido fundamental. Siempre lo ha sido, desde el principio. Aunque yo intento que absolutamente todo se cubra con servicios, colaboraciones, material o especies, eso al final es imposible. No existe un rodaje a coste cero. Eso es inviable. Y ahí ha jugado un papel fundamental mi hermano para sostener esta película y que la película siga adelante. Sin él, esta película no existiría. Y es obligado por mi parte decirlo. Como alguien dijo, uno no elige a su familia, elige a su amigo. Pero, en mi caso, tengo la suerte que mi hermano es mi mejor amigo. Con eso, ya está dicho todo.



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CINE CONTEXTO: Bueno, pues abordamos las dos últimas preguntas. La primera, ¿qué proyectos tienes aparte de continuar con El berrido de los silencios?

JAIME ORDÓÑEZ: Pues, mira, la verdad es que esta profesión es muy especial y muy diferente a todos los demás. Nuestro trabajo, muchas veces, es buscar trabajo. Y ahora mismo, yo estoy en eso: en buscar trabajo. Hay cositas pero, hasta que no estén firmadas, no te puedo decir nada. Ese es el peaje que hay que pagar por esa profesión: vivir en la cuerda floja, en la incertidumbre, en el no saber qué va a pasar mañana. Tiene sus luces y sus sombras. Esta profesión es así. Como yo digo, esta bendita y maldita profesión. Mientras tanto, yo sigo editando mi película.

CINE CONTEXTO: Para terminar, una pregunta que estamos haciendo a todos los entrevistados. ¿Qué crees que debería tener Cine Contexto para atraer la atención de los lectores?

JAIME ORDÓÑEZ: Que no solo toque la superficie de la profesión sino que toque lo que hay detrás. Que, muchas veces, detrás de un smoking en una ceremonia de los Goya, puede haber un smoking alquilado de alguien que no puede pagar el alquiler. Es decir, la realidad. Que no todas son luces, sino que también hay sombras. Esa parte me parece que es la más humana de esa profesión. Eso sí, sin que deje de invitarnos a soñar.

Como ven, Jaime Ordóñez nos ha contado muchos aspectos poco conocidos que hay detrás de series y películas muy populares y nos ha desmenuzado en profundidad la naturaleza de su debut como director, El berrido de los silencios. Le debemos dar las gracias a Jaime por abrirnos su casa y por proporcionarnos tanta información que, seguro, serán de interés para nuestros lectores. Los técnicos ya se han ido, nosotros nos vamos también, nos despedimos de él y nos deja con muchos temas para reflexionar y con los deseos de ver el estreno de su película.



Fotografía de Lorenzo Hernandez

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