Fotografía de Lorenzo Hernandez
Hay algo que podemos decir del
actor Jaime Ordóñez sin temor a equivocarnos y es que, cuando lo vemos en la
pantalla del televisor o en la pantalla de un salón de cine, es imposible
olvidar su interpretación y al personaje que ha encarnado. Desde que alcanzó
gran popularidad con la serie Aquí no hay
quien viva hasta sus últimos papeles en las películas de Álex de la
Iglesia, Jaime Ordóñez ha afrontado retos interpretativos casi imposibles,
bordeando siempre el abismo, y los ha superado todos con eficacia y sobrada
solvencia. Este sería ya un motivo para entrevistarlo pero, si ello no fuera
suficiente, habría que añadir su futuro debut como director con un proyecto
(como nos contará en la entrevista) de largo recorrido: El berrido de los silencios, una película muy especial de la que
vamos a conocer detalles muy interesantes. No les hacemos esperar más tiempo y
comenzamos ya a conversar con Jaime Ordóñez y a descubrir muchas cosas de él
que no conocíamos.
Jaime nos recibe en su casa en
Madrid, mientras técnicos diversos le están instalando el teléfono e internet.
Todo está manga por hombro. Digamos que la casa está en proceso de montaje, en
proceso de completar todo su equipamiento, del mismo modo que su opera prima está en proceso de
realización. A pesar de ello, no crean que está poco atento a lo que nos dice. Todo
lo contrario. Como van a comprobar, sus ideas están muy claras y son precisas y
contundentes.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Fotografía de Lorenzo Hernandez
TRAYECTORIA PROFESIONAL
CINE CONTEXTO: Hola, Jaime. El motivo de la entrevista es para hablar de
tu primera película como director, El
berrido de los silencios, que está en fase de rodaje. Antes de hablar de
ella, vamos a hacer un pequeño recorrido por tu carrera. Desde 1998 a 2005,
participas en muchas series de televisión: Médico
de familia, Todos los hombres sois
iguales, Manos a la obra, La casa de los líos, Compañeros, Policías, Javier ya
no vive solo, Ana y los 7, Paraíso, Hospital Central, 7 vidas, Un paso
adelante, Mis adorables vecinos, Los Serrano… ¿Supuso este período para ti
un proceso de formación importante?
JAIME ORDÓÑEZ: Sí, claro. La experiencia es un grado. Nadie sale de
la Facultad siendo abogado ni economista. Un hermano mío, que hizo Económicas,
me dijo eso el otro día: que sales de la Facultad y aún no estás plenamente
preparado para ejercitar una profesión. Es un proceso de experiencia: llegar a saber
por dónde va la cámara, por dónde tienes que andar, saber moverte con las
marcas, la dinámica de los rodajes… todo eso te va ayudando y te va curtiendo.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: Después, hay dos períodos de inflexión en tu carrera. El
primero, en torno a los años 2005 y 2006. En ese período, participas en las películas
Reinas de Manuel Gómez Pereira, Torrente 3 de Santiago Segura, Isi & Disi, alto voltaje de Miguel
Ángel Lamata, en las series Planta 25
y SMS pero, sobre todo, te haces muy
popular por tu participación en la serie Aquí
no hay quien viva.
JAIME ORDÓÑEZ: Para mí, hay tres puntos de inflexión en mi carrera.
El primero fue con Aquí no hay quien viva.
Nadie me recuerda por SMS aunque yo
hiciera ahí de manager de Mario Casas. Ni por Isi & Disi, ni por Torrente…
Yo siempre digo que la medida de un actor te la da cuando tienes la posibilidad
de tener un papel a tu medida que, en el caso de Aquí no hay quien viva, no fue un papel que a mí se dio de esa
manera: fue una creación que yo hice de ese personaje, que no estaba concebido originalmente
así. Yo llegué allí con una propuesta. Cuando te dan un papel, tienes que
arriesgar. Cuando te dan una oportunidad para que te vean, tienes que
jugártela. Tienes que ir con algo más que no enseñen los demás. Tienes que ir a
muerte. Y ese monólogo que escribió Alberto y Laura Caballero en el capítulo 2
de la serie fue el que cambió mi vida. Yo llevé una propuesta y les encantó…
Cuando lo interpreté, hubo un aplauso, en un plató de televisión, lo cual es dificilísimo,
porque en la televisión se graba a toda velocidad una escena detrás de otra.
Ese aplauso que se produjo fue, por tanto, muy significativo. Me dijeron que me
iban a llamar cada vez que hubiera un personaje de esas características y,
efectivamente, cumplieron. Fueron unos dieciséis personajes que tenían minuto y
medio o dos minutos de interacción, ¡pero qué minuto y medio o dos minutos! Lo
cual demuestra que no es una cuestión de cantidad, sino de calidad, la
posibilidad de tener un personaje lo suficientemente impactante. Yo siempre he intentando dejar una
impronta de excelencia en mi carrera. pero, al mismo tiempo, siempre he dicho en las entrevistas que, gracias a Aquí no hay quien viva, yo dejé de ser
un actor invisible. De hecho, yo, que estaba entonces en una situación
económica muy complicada porque mis primeros años en Madrid, como podrás
comprender, no fue un paseo de rosas, ni muchísimo menos, y, gracias a ese
papel, una marca muy conocida me contrató por su vigésimo quinto aniversario
para hacer la campaña publicitaria, lo cual significó un balón de oxígeno a
nivel económico que me cambió completamente la vida.
Recopilación de las
participaciones de Jaime Ordóñez en Aquí
no hay quien viva
CINE CONTEXTO: Tu
segundo punto de inflexión fue por tu participación en los programas de José Mota.
JAIME ORDÓÑEZ: Sí. Porque creo que, en esta profesión, lo más
difícil es mantenerse. Yo he tenido una estabilidad laboral sabiendo que José
Mota confiaba en mí, temporada tras temporada, durante diez años. Yo he tenido
unos ingresos gracias al programa, una visibilidad en televisión y, sobre todo,
aquellos dos especiales de fin de año (los dedicados a Seven - donde interpretaba al personaje que interpretó originalmente Kevin Spacey en la película - y a Pulp Fiction - donde rememoraba al personaje de John Travolta-),
que los ve media España, los vio también Álex de la Iglesia. Y, lo más importante de todo, he tenido la oportunidad de aprender y madurar como actor junto a uno de los cómicos y actores más importantes de este país.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: El tercer punto de inflexión ha sido tu intervención en
tres películas de Álex de la Iglesia: Las
brujas de Zugarramurdi, Mi gran noche
y El bar.
JAIME ORDÓÑEZ: Eso fue un poco de estar en el sitio adecuado en el
momento justo. Álex de Iglesia me vio en los dos especiales de fin de año que
te he comentado y ahí quedó eso. Le encantó mis papeles pero no dijo nada, no
preguntó quién era yo ni nada parecido… Simplemente, los vio y le gusté. Y
dijo: “Este tío es un dios”. Eso lo dijo en una entrevista a posteriori. En ese
momento, José Mota estaba en la promoción de La chispa de la vida, película dirigida por Álex, yo estaba en su
programa y así fue como llegué a coincidir con Álex. Su mujer, Carolina Bang,
le dijo: “Mira, Álex, este es el actor que tanto te gustó en los especiales de
fin de año”. Empezamos a hablar, hubo mucha sintonía y me acabó diciendo: “Te
voy a dar un papel en mi próxima película”. Yo pensé que era una broma. Cuando
yo llegué a Madrid, la primera película que vi en VHS fue El día de la bestia y me dije: “Pero, ¿esto qué es?¿Qué es esta
locura? Si no parece una película española… Esto es una pasada”. ¡Cómo podía
pensar que veinte años después iba a poder trabajar con ese director! Porque,
¿sabes lo que pasa? Que cuando trabajas en un programa de humor, no acabas de
conseguir el respeto profesional y actoral. Y es una putada, con perdón por la
expresión. Porque el trabajo que desarrollamos en el programa de José Mota es
muy complicado. Por ejemplo, haces distintos personajes durante el mismo
programa. Y hacer humor es muy difícil. Por lo menos, hacerlo desde la verdad.
Pero es cierto que eso no tiene ningún crédito por medio de la profesión. En cambio,
al hacer las tres películas con Álex, primero en Las brujas de Zugarramurdi (en la que mi nombre sonó para ser
nominado al Goya a Actor Revelación), después en Mi gran noche (donde, aunque era una película más coral, mi papel
dejó también huella y, de hecho, el número musical en el que participaba fue
considerado por Fotogramas como el
mejor número musical del año) y, finalmente, en El bar, todo fue distinto. Yo siempre intento dejar una impronta de
excelencia porque amo mi profesión. Entonces, cuando te dan una película, que
es una oportunidad histórica de ser inmortal, de conseguir la inmortalidad a
través del cine, porque el cine es eterno, pues ello es una enorme
responsabilidad tanto con el director, como con el cine, como con el público. Y
cuando me llegó el Israel de El bar,
nuevamente estuve en la antesala de las nominaciones a los Goya, nominado a los
Feroz, nominado a los premios ASECAN, Biznaga de Plata en el Festival de
Málaga. Y el punto de inflexión llega cuando hay alguna crítica que dice: “el
sorprendente Jaime Ordóñez, que viene de la hora de José Mota”. Y es ahí cuando
parece que te empieza a llegar el respeto.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: ¿Tú eres consciente, porque estás en la vorágine y
puedes no darte cuenta, de que en esas tres películas Álex de la Iglesia te ha
dado tres personajes muy importantes en cada una de esas películas? En Las brujas de Zugarramurdi eres el
taxista que lleva a los personajes al lugar crítico de la trama, en Mi gran noche, apuntas a Raphael con un
rifle de mira telescópica (por lo que es una escena que todo espectador va a
recordar) y en El bar, el mendigo, que
es el personaje emblemático en la medida en que concentra toda la rabia y
frustración social que es el elemento clave para entender la filosofía e la
película… Tres papeles decisivos en los tres films.
JAIME ORDÓÑEZ: Si, soy completamente consciente. De hecho, el
taxista de Las brujas de Zugarramurdi tenía
muchos novios. El psychofan que
estaba obsesionado con Raphael en Mi gran
noche, que también hacía el número musical principal, también era un dulce.
Álex sabe que me van esos personajes intensos. Sabe Álex que él es una persona
muy exigente pero que yo lo soy más. Esos personajes me permiten desarrollar mi
capacidad dramática. Porque a mí, cada vez que me preguntan, yo siempre digo lo
mismo: que yo soy un actor dramático que hace comedia. Y cuando hago comedia,
la hago desde la mayor y más absoluta verdad. Cuando yo interpreté Las brujas de Zugarramurdi, todo el
mundo me decía: “Oye, qué bien te lo has tenido que pasar”. Y yo respondía: “No.
Yo no lo he pasado bien. Se trata de que el público lo pase bien. Mi personaje,
al que secuestran, al que encañonan, que lo obligan a salir de la ciudad, que
deja a su mujer, que se mete en una caverna donde hay un monstruo, después se
encuentra con unas brujas, lo atan, lo quieren quemar… no lo pasa bien”. Y eso
es muy importante para mí cuando se habla de la comedia. La gente se divierte
si se cree lo que tú estás sufriendo o padeciendo. Si la gente se piensa que tú
te estás divirtiendo, no nos produce tanta risa. ¿Qué te puedo decir de Álex?
Le estoy eternamente agradecido. Porque siempre nos fijamos en quienes llegan
pero nunca nos fijamos en los que no tienen éxito, los buenos actores que no tienen
una oportunidad. Y yo estaré siempre agradecido a Álex porque yo era el actor
menos conocido de Las brujas de
Zugarramurdi. Y los productores querían otro actor para el papel de
taxista. Y Álex dijo que o yo era el taxista o no lo era nadie. En El bar, tampoco era yo la primera
opción. Y no me importa decirlo. Yo iba a hacer otro personaje. Pero, al final,
me llegó. Y me llegó como tiene que llegar, porque Álex dijo que el mendigo lo
iba a hacer Jaime Ordóñez. Yo le pregunté: “Pero, ¿qué le has dicho a los de A3
Media para que, en un reparto donde están Terele Pávez, Mario Casas, Blanca
Suárez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Joaquín Climent o Alejandro Awada,
aparezca yo? Porque, desgraciadamente, por el nombre no sueno tanto (no por mi
cara, que cada día es más conocida)… Y Álex dijo: “Les he dicho a A3 Media que
eres el mejor actor que puede hacerlo”. Eso es lo que yo agradezco a Álex de la
Iglesia: la confianza ilimitada que siempre ha tenido en mí. Y eso es un regalo
y yo diría que casi un milagro, con la cantidad de actores que hay…
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: Y una cosa importante: en el El bar, tu personaje representa el espíritu de la película…
JAIME ORDÓÑEZ: Es un personaje que, en principio, porque la
película tiene tres partes a las que yo llamo “cielo”, “purgatorio” e “infierno”
(de hecho, la película puede verse como un descenso a los infiernos), en el
primer tercio empieza con menos protagonismo y va cobrando cada vez más
importancia porque se va encaminando a su hábitat natural que es el del “infierno”
y ahí es donde el personaje desarrolla todo su potencial hasta llegar al famoso
“monólogo de la alcantarilla”. Para mí, sin duda, Israel es el personaje de mi
vida y a ese personaje he entregado un trozo de mi vida, como debe ser. A ese
personaje le he dedicado medio año de mi vida y un jirón de mi vida está ahí,
entregado a ese personaje. Y yo me alegro de haberlo entregado. Porque me
escriben cada día personas anónimas, no solo de España sino también de Estados
Unidos o de Latinoamérica para darme las gracias por esa interpretación, que
les ha impactado, que les ha sobrecogido, que les ha emocionado… Y, al final,
de aquí, desgraciadamente, nadie va a salir vivo pero yo seguiré vivo a través
de Israel.
EL BERRIDO DE LOS SILENCIOS
Fotografía de Lorenzo Hernandez
EL BERRIDO DE LOS SILENCIOS
CINE CONTEXTO: Pero el motivo principal por el que queríamos
entrevistarte era por tu proyecto como director, la película El berrido de los silencios. ¿Qué nos
puedes decir sobre ella?
JAIME ORDÓÑEZ: Yo me declaro como un cinéfilo apasionado, desde que
era un niño. Y esta inquietud por estar detrás de las cámaras no es solo por
esta película sino que está en mí desde que yo recuerdo, desde que tuve la
posibilidad de tener una cámara, incluso antes de que yo pudiera tener una
cámara, porque la primera cámara que manejé fue una mini-DV que me dejaba mi
cuñada… La primera cámara que yo me compré fue una Sony Handycam. Pero es que,
antes de que yo tuviera estos soportes, yo ya alquilaba cámaras para rodar. Es
decir, siempre he tenido la necesidad de rodar mis historias, de contar mis
cuitas y, sobre todo, siempre me he basado en referencias cinéfilas. Yo he
hecho homenajes a Una noche en la ópera,
a Harry el sucio, de lo que es el
cine que me ha marcado, que me ha gustado a lo largo de toda mi vida. Mientras
mis compañeros de clase compraban el Marca
o el As, yo compraba los fascículos de la Enciclopedia del Cine de Planeta.
Esta película, El berrido de los
silencios, no nace ahora. Es ahora cuando empieza a hacerse con unas
condiciones de producción más que dignas, no por cuestiones de subvención,
porque esta película se está haciendo a pulmón, sino porque yo he dedicado los
tres últimos años de mi vida, de lunes a domingo, salvo el paréntesis de El bar, a patear la calle, a buscar
empresas que me aportaran cosas para que se pudiera hacer esta película. Son
más de doscientas empresas malagueñas las que han participado en el proyecto,
aportando material, especies o servicios. Y el haber conseguido esas doscientas
empresas, supone haber contactado previamente con cuatrocientas o quinientas
empresas para que el 50% te diga que sí. Pero, antes de eso, yo empecé con mi
cámara mini-DV y con cámaras alquiladas a grabar mis parodias, mis escenas, mis
sketches y mis cosas… Y hace diez
años que se me ocurrió la idea de hacer una spoof
movie, que, en ese momento, no se había hecho en España, y que es una
parodia de películas. A mí me había cautivado ese género por lo que tiene de
componente cinéfilo ya que, al final, está trufado de referencias cinéfilas. Y,
sobre todo, porque siempre he tenido una especial debilidad por el humor, por
la comedia… Toda mi carrera siempre ha estado cimentada sobre la comedia. De
hecho, ya son doce años trabajando con José Mota. Me parece un género muy
difícil de practicar. Con lo cual, en El
berrido de los silencios se aunaban las dos cosas: la comedia y la
cinefilia. Esta película nació grabándola yo con mi familia, con la mini-DV
primero, con la Sony Handicam después, y diciéndoles poneos ahí o colocaos allí,
haciendo yo todas las funciones que había detrás de la cámara… Fíjate que, en
ese momento, mi papel delante de la cámara era mínimo. Mi función era estar
detrás contando la historia. Después, llegaron las Canon y empecé a hacer con
ellas mis pinitos, grabando en las oficinas de mi hermana, de lo que ya iba a
ser El berrido de los silencios, el
título no ha cambiado, y se llama así porque hay que decir que el macguffin de la película es El silencio de los corderos. Y fue
cuando, de repente, un día, me dije yo: “¿Y si yo le echo horas a esto, si
consigo localizaciones, atrezzo,
vestuario, toda la preproducción de una película de verdad? Pues podría hacer,
efectivamente, una película y hasta podría ser estrenada en el cine”. Y ahí fue
la última estación de este proceso, del cual todo ese material anterior,
obviamente, no me sirve pero que me ha llevado a este desenlace. Durante todo
este proceso, pues he aprendido todo lo que se puede aprender sobre el cine,
desde las trincheras. Tengo que decir dos cositas que no se suelen decir o no
se sabe de esta película. La primera, a mí se me ocurre hacer una spoof movie - género nada habitual en nuestro cine - hace unos 10 años y tengo
material rodado de parodias de una serie de películas, al estilo de Top Secret, Aterriza como puedas, Hot Shots! o Scary Movie. Pero, por razones obvias de producción, El berrido de los silencios no se pudo poner en marcha - tal y como está concebida actualmente -, hasta años después. Llevo ya 3 años - no continuados - de rodaje (ruedo unos 30 días cada año) y aún quedan dos para el estreno. Por otro lado, los protagonistas iniciales de mi película (en aquellos comienzos de "guerrilla") eran - y siguen siendo - mi familia. Mis hermanos, mis sobrinos, mis primos... Algo también novedoso sin duda. Pues bien, durante estos años transcurridos, tanto un aspecto como otro ya se han visto reflejados en el cine, perdiendo así parte de lo original que tenía el proyecto, que sí lo eran cuando a mí se me ocurre por primera vez. Pero la producción manda. Y sin dinero los tiempos se dilatan.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: ¿Qué es lo que va a tener de peculiar El berrido de los silencios?
JAIME ORDÓÑEZ: Como ya he dicho, la spoof movie
no es un género que se haya practicado mucho en España. Aquí prima más la
comedia costumbrista. Sobre todo, porque la spoof movie tiene una serie de reglas: la primera gran regla es que
está preñada de referencias cinéfilas y la segunda gran regla es el humor
surrealista. Es decir, a ti te permite realizar cosas que, en una comedia
normal, no podrías. Porque no tienes que ceñirte a las reglas de la lógica. Por
eso, la imaginación y el presupuesto son los que te marcan el límite de la
comedia. Es un humor absurdo. Pasa, por ejemplo, en Top Secret, en la que es la estación la que se mueve en vez del
tren. Eso, en una comedia normal, no puede suceder. Pero en una spoof movie, esa regla (que yo creo que
ese humor surrealista viene de los hermanos Marx) puede suceder perfectamente.
Y a mí, eso me atrae mucho. Porque ese tipo de humor pone a prueba tu
imaginación y tu creatividad. Y este tipo de humor no se ha practicado mucho en
España. Lo más cerca que hay, que a mí me parece una obra maestra, una obra
maestra, es Amanece que no es poco de
José Luis Cuerda. Es una película con un humor surrealista y absurdo, pero sí
que es cierto que está desprovista de referencias cinéfilas, y es la única
diferencia con una spoof movie, pero
es lo más cerca que hay. Es el referente que tengo. Con lo cual, no quiero
decir que yo haya alcanzado ese nivel de excelencia ni el de Jim Abrahams y los
hermanos Zucker, que fueron los precursores de estas películas de parodias…
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: ¿Cuáles son las películas o el tipo de películas que
parodias en El berrido de los silencios?
Por lo que has dicho, El silencio de los
corderos es una de ellas.
JAIME ORDÓÑEZ: Efectivamente, pero he de matizar una cosa. La
película se llama El berrido de los
silencios por El silencio de los
corderos pero se parodian muchas, muchas películas. El macguffin de El berrido de
los silencios es una trama muy similar a la de la película de Jonathan
Demme: el jefe del FBI se llama Jack Crawford, han secuestrado a la hija de la
senadora Martin, la becaria que va a investigar el caso, y que está todavía
estudiando en la agencia, se llama Clarice Starling… Pero, a partir de ahí, hay
referencias a Doce del patíbulo, a Los mercenarios, a Rambo, a El padrino… E,
incluso, hay muchas secuencias que no tienen una referencia cinéfila concreta
pero que sí entran en ese código de humor surrealista y absurdo. De repente, hay
una escena con un guiño a Halloween y
aparece el personaje de Michael Myers, o a la saga Viernes 13 y aparece Jason Voorhees… Por tanto, no es solo una
parodia de El silencio de los corderos.
Pero sí que es verdad que esta fue una película que, cuando la vi, me impactó
de una manera brutal. Y, por otra parte, me parece que el personaje de Hannibal
Lecter es un personaje tremendamente cinematográfico. Además de que Anthony
Hopkins, junto a, quizás, Al Pacino, sea mi actor favorito. Yo soy de los que
estudian a Anthony Hopkins. Cuando estrenan una película suya, yo no solo estoy
viendo la película, sino que estoy estudiando cómo se desenvuelve y lo que hace
este actor cada vez que cambia de registro. Por lo tanto, es una película que
marcó una época y me encanta. Me marcó sin duda.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: ¿En qué momento está ahora la película?
JAIME ORDÓÑEZ: Ahora mismo, están rodados dos tercios de película.
Es decir, ya ha pasado el ecuador. Hacer cine es difícil. Hacer cine sin dinero
es tremendamente difícil. Pero hacer sin dinero la película que yo quería hacer
es un milagro. Normalmente, una película dice: “No tengo subvenciones. No tengo
producción. No tengo liquidez para hacer una película. ¿Qué película hago
entonces?”. Normalmente, se escribe un guion acorde con las posibilidades
económicas existentes. Sin embargo, yo no hice eso. Yo quería hacer una
película en la que cada escena estuviera rodada en una localización diferente
de Málaga. A nivel de producción, si hablas con cualquier persona que lleve
temas de esa área, te dirá que lo más complicado a nivel económico es cambiar
de localización en cada escena porque supone trasladar todo de un sitio a otro,
permisos correspondientes, transporte, equipo técnico, actores… La película, he
dicho hasta ahora, es un homenaje al cine. Pero, por otra parte, debo decir que
la película es también un homenaje a mi ciudad natal. Yo quería reivindicar a
Málaga como un inmenso plató cinematográfico. Quería hacer una película sin
salir de la provincia de Málaga, una película que retratara e inmortalizara el
mayor número posible de localizaciones de la provincia. La película, a nivel de
producción, no se corresponde con las posibilidades económicas de la propia
película. ¿Qué ocurre? Que, aunque parezca increíble, y a mucha gente se lo
sigue pareciendo, yo tengo una enorme capacidad de trabajo cuando la enfoco en
algo que te apasiona. Cuando alguien trabaja en algo que le apasiona, no le
importa estar despierto hasta las seis o las siete de la mañana o, incluso, no
llegar ni a acostarse para conseguir lo que uno desea. Yo he invertido mi
tiempo y mi esfuerzo de lunes a domingo para hacer la preproducción de todos
los departamentos porque, al ser un proyecto no remunerado, yo no tengo un
equipo en el que poder delegar, por tanto toda esa labor de preproducción la tengo que hacer yo:
iluminación, cámara, fotografía, arte, atrezzo,
vestuario, maquillaje… La gente puede pensar que eso es imposible. No es
imposible pero, eso sí, tienes que sacrificar tu vida. Eso ya depende del
umbral de dolor que cada uno tenga. Yo he conseguido rodar una escena en el
puerto de Marbella durante nueve días, con dos helicópteros, un dron, la banda
de música de la Esperanza… Es decir, un equipo de 150 personas. Esto, ¿cómo se
puede conseguir? Pues con mucho trabajo. Conseguir que una empresa dé el
desayuno, que otra dé el almuerzo, que otra dé la cena, otra que te da la
merienda, una, dos, tres o cuatro empresas que transporten a la figuración y al
equipo técnico, otra empresa que te ceda dos helicópteros, drones, equipos de
iluminación… Entonces, mi pensamiento, mi vocación, de este proyecto no son
pequeños. Yo nunca sueño en pequeño. Yo siempre sueño en grande. Decía Tom
Hanks: “Si fuera fácil, todo el mundo lo haría”. Es lo difícil lo que lo hace
grandioso. Yo no quería hacer una película fácil. Yo estoy haciendo una
película complicada. Hemos rodado ocho o nueve días en el castillo de Sohail, nueve
días en el helipuerto de Marbella, hemos rodado en Torrox Costa, en la Iglesia de
San Juan de Dios, en la Diputación, tanto en el edificio de la Plaza Marina
como en el de la calle Pacífico, en la desembocadura del Guadalhorce, en los
Montes de Málaga, en el Colegio de Arquitectos, en el Jardín Botánico, en el
Gran Café, en el Edificio Blanco, habiendo yo realizado todos los trámites
administrativos… Y la energía que hay que desarrollar para conseguir esto es
brutal. Pero, ¿por qué se hace? Porque es algo que te gusta, es algo que te
apasiona y ahí tienes un plus para cuando las fuerzas ya te flaquean…
Normalmente, sin presupuesto, no puedes pensar que un tanque y un jeep aparezcan en la película. Sin
embargo, en El berrido de los silencios aparecen
porque conseguí que una empresa te quiera dar gratis un tanque, que otra empresa te quiera dar gratis un jeep y otra te los lleve a Marbella y después los recoja y los lleve a su punto de origen en Granada. El berrido de los silencios, por todo ello, al final, más que una
película, es una forma de vida porque yo he dedicado a eso los últimos diez años
de mi vida.
CINE CONTEXTO: Por lo tanto, El
berrido de los silencios llega a tener, al menos, tres dimensiones. La
primera, es una película con la que te puedes reír…
JAIME ORDÓÑEZ: Bueno, esa, por lo menos, es la intención. Ya sabes
que el humor es algo muy peculiar. Está claro que esta película no va obtener
un premio jamás porque es una comedia muy surrealista y ese tipo de películas
no corresponde a una película de culto, intelectual, intimista, con mensaje,
pues no son películas de premio. A mí, me caería el premio si la gente pudiera
reírse. Y sé que es una frase muy socorrida porque siempre se dice que lo más
difícil es hacer comedia. Pero es una realidad absoluta. Nos emocionamos con
las mismas cosas: el protagonista de una historia de amor muere y es difícil no
emocionarse… Ante ciertas circunstancias, todos nos emocionamos. Pero, sentido
del humor, hay tantos como personas en el mundo. Cada persona tiene su sentido
del humor. Hacer reír es muy difícil. Yo lo voy a intentar. He puesto toda mi
inteligencia, todo mi esfuerzo, toda mi ilusión en ello. Evidentemente, una de
las patas es eso, la intención de hacer reír. Si no consigo que la gente se
ría, habré fracasado. Una de las cosas que dice Álex de la Iglesia es que la
comedia es terrible porque el feedback es
inmediato. Te sientas en la sala a ver una película normal y no esperas ninguna
respuesta inmediata del público. Pero si vas a ver una comedia y la gente no se
ríe, fracasas de forma inmediata.
CINE CONTEXTO: La segunda dimensión de la película es que es un homenaje cinéfilo…
JAIME ORDÓÑEZ: Evidentemente pero aquí hay una cosa que quiero
recalcar. Si reconoces las referencias cinéfilas que aparecen, te reirás más.
Pero la gente podrá reírse aunque no conozca el original. Porque, como he
dicho, en muchas escenas no hay una referencia cinéfila concreta. Además, las
que aparecen son de películas conocidas por casi todo el mundo (El padrino, El resplandor, Psicosis),
son películas que casi pertenecen al subconsciente colectivo.
CINE CONTEXTO: Y la tercera dimensión es que es un homenaje a Málaga.
JAIME ORDÓÑEZ: Sí, sin duda. Lo que más me apetecía era rodar en mi
tierra. Hay gente que viene de Madrid y no tiene ese sentimiento de anclaje en
la ciudad. Yo debo decir que, quizás, porque me crié en frente del puerto de
Málaga, en Muelle Heredia, y porque soy una persona muy familiar, muy apegada a
mi familia, para mí Málaga es la vida. Yo vivo en Madrid pero El berrido de los silencios me ha
permitido, después de estar 20 años viviendo ahí, poder estar, los últimos
tres, mucho más tiempo en Málaga, redescubrirla, conocer sitios que no conocía,
como el Jardín Botánico. La película, evidentemente, no es una excusa para
poder estar en Málaga pero hay una parte de mí que, sin duda, le apetecía y
necesitaba que el rodaje de El berrido de
los silencios fuera en Málaga. Reivindicar Málaga como un plató
cinematográfico, con una luz privilegiada. Yo recuerdo una escena en el
castillo de Sohail, rodada en septiembre, con un cielo que parece pintado, y la
gente se va a pensar que es un croma cuando es la luz auténtica que hay en
Málaga.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: ¿Representará esta película una nueva etapa tuya como
actor y como creador?
JAIME ORDÓÑEZ: La verdad es que, como llevo tanto tiempo con este
proyecto, no sé qué decirte. Llevo ya muchos años en la parte creativa… Pero,
utilizando esa frase tan socorrida de que “las cosas suceden cuando tienen que
suceder”, efectivamente yo creo que es así: a mí me ha pasado El berrido de los silencios en su
dimensión actual, como una película que se puede estrenar en salas de cine, en
el momento en que tenía que ocurrir, cuando yo ya tenía experiencia en producción.
Yo recuperé para Málaga, a mí siempre me han gustado los retos, los desafíos,
las cosas difíciles, los autos sacramentales. Durante cinco años, yo representé
durante la cuaresma en Málaga autos sacramentales. Hacía cuarenta años que no
se representaban en mi ciudad autos sacramentales. Y yo decidí recuperarlos.
Los autos sacramentales se representan en el interior de una iglesia, con un
presupuesto astronómico para un solo día de representación. La experiencia de
producción en ese proyecto, porque la producción ejecutiva la hice yo, a
pulmón, sin subvenciones, sin financiación, al igual que El berrido de los silencios, logrando reunir ochenta empresas para
levantar la obra, me sirvió de experiencia para la película. Desde el momento
creativo, creo que estoy en el momento de mayor madurez, de mayor creatividad,
he adquirido mucho conocimiento a través de la observación… He realizado tres
películas con Álex de la Iglesia, uno de los mejores directores del panorama
internacional, y he aprendido mucho a nivel de dirección, de edición, de guion…
Creo que escribo mejor que hace diez años. Y creo que era el momento de hacer El berrido de los silencios aunque la
necesidad de dirigir, de contar historias era muy anterior…
CINE CONTEXTO: En este momento, ¿qué previsiones hay de estreno o de
terminación de la película?
JAIME ORDÓÑEZ: En un proyecto que se está haciendo de la manera que
he explicado, es muy difícil dar una fecha. Puestos a soñar, a mí me gustaría
terminar de rodar la película el año que viene. Aunque va a ser difícil.
Digamos que terminamos en 2020. Después vendrá la postproducción. Yo no creo
que la película, y estas son mis previsiones más optimistas, vea la luz antes
de 2021. Y me gustaría que se estrenase, ya lo he dicho mil veces en los medios
de comunicación, una película rodada íntegramente en Málaga, con equipo técnico
y artístico de Málaga, en el Festival de Cine de Málaga.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: Algo más que quieras decir sobre El berrido de los silencios que no nos hayas dicho ya.
JAIME ORDÓÑEZ: Pues, lo primero, agradecer la generosidad y la
implicación de mi equipo técnico y artístico. Sin esa generosidad y esa
implicación, el proyecto no sería posible. Y esa generosidad y esa implicación tienen un mayor valor al tratarse de un proyecto de largo recorrido en el que la fidelización es muy complicada. Por tanto, mi gratitud infinita a todas y cada una de las personas que forman o han formado parte del equipo de la película. Sin ellas, este sueño no sería posible. Ya, después de tanto tiempo, no somos un equipo, somos una familia: la familia "berridos". En segundo lugar, y eso sí me
gustaría subrayarlo, el proyecto hubiera sido inviable si no llega a ser por mi
hermano, Javier Ordóñez. Que no solo es mi hermano, sino que es también
protagonista de la película. Y no es protagonista porque es mi hermano sino
porque es un gran actor. Yo nunca digo que es mi hermano y hay un montón de
gente que me dice que qué gran actor es Javier. Javier es el gran baluarte y el
gran valedor de este proyecto. Él ama el cine tanto como yo. Y él está
sosteniendo la película. Sobre todo, en este último año ha sido fundamental.
Siempre lo ha sido, desde el principio. Aunque yo intento que absolutamente
todo se cubra con servicios, colaboraciones, material o especies, eso al final
es imposible. No existe un rodaje a coste cero. Eso es inviable. Y ahí ha
jugado un papel fundamental mi hermano para sostener esta película y que la
película siga adelante. Sin él, esta película no existiría. Y es obligado por
mi parte decirlo. Como alguien dijo, uno no elige a su familia, elige a su
amigo. Pero, en mi caso, tengo la suerte que mi hermano es mi mejor amigo. Con
eso, ya está dicho todo.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
CINE CONTEXTO: Bueno, pues abordamos las dos últimas preguntas. La primera, ¿qué proyectos tienes aparte de continuar con El berrido de los silencios?
JAIME ORDÓÑEZ: Pues, mira, la verdad es que esta profesión es muy
especial y muy diferente a todos los demás. Nuestro trabajo, muchas veces, es
buscar trabajo. Y ahora mismo, yo estoy en eso: en buscar trabajo. Hay cositas
pero, hasta que no estén firmadas, no te puedo decir nada. Ese es el peaje que
hay que pagar por esa profesión: vivir en la cuerda floja, en la incertidumbre,
en el no saber qué va a pasar mañana. Tiene sus luces y sus sombras. Esta
profesión es así. Como yo digo, esta bendita y maldita profesión. Mientras
tanto, yo sigo editando mi película.
CINE CONTEXTO: Para terminar, una pregunta que estamos haciendo a todos
los entrevistados. ¿Qué crees que debería tener Cine Contexto para atraer la
atención de los lectores?
JAIME ORDÓÑEZ: Que no solo toque la superficie de la profesión sino
que toque lo que hay detrás. Que, muchas veces, detrás de un smoking en una ceremonia de los Goya,
puede haber un smoking alquilado de
alguien que no puede pagar el alquiler. Es decir, la realidad. Que no todas son
luces, sino que también hay sombras. Esa parte me parece que es la más humana
de esa profesión. Eso sí, sin que deje de invitarnos a soñar.
Como ven, Jaime Ordóñez nos ha
contado muchos aspectos poco conocidos que hay detrás de series y películas muy
populares y nos ha desmenuzado en profundidad la naturaleza de su debut como
director, El berrido de los silencios.
Le debemos dar las gracias a Jaime por abrirnos su casa y por proporcionarnos
tanta información que, seguro, serán de interés para nuestros lectores. Los
técnicos ya se han ido, nosotros nos vamos también, nos despedimos de él y nos deja con muchos
temas para reflexionar y con los deseos de ver el estreno de su película.
Fotografía de Lorenzo Hernandez
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